EL PENDÓN DE JEREZ
BREVE NOTA
HISTÓRICA SOBRE EL PENDÓN DE JEREZ: SU ORIGEN Y AVATARES DESDE LA RECONQUISTA DE LA CIUDAD HASTA NUESTROS DÍAS
Juan Salguero Triviño
Cuando, el 9 de octubre de 1264, Alfonso X,
llamado El Sabio, conquista de manera definitiva la ciudad de jerez para la
corona de Castilla, entrega un pendón a la ciudad que fue utilizado por sus
caballeros como insignia en los diferentes hechos de guerra que la ciudad
mantuvo durante estos agitados años en que se constituyó en baluarte principal
de la frontera.
El uso de diferentes tipos y banderas por
parte de los caballeros combatientes era práctica común tanto en los ejércitos
cristianos como musulmanes durante la Edad Media. Innumerables banderas de diferentes
tipos, tamaños y colores, sobresalían entre la multitud de combatientes de una
y otra parte y servían para identificar a las fuerzas de los diferentes
caballeros y nobles que participaban en la batalla. Entre todas ellas, la más
importante era el estandarte real. El resto de enseñas, de variado tamaño y
forma dependiendo del número de combatientes que llevaba cada caballero (podía
llevar enseña o estandarte hasta los caballeros que aportasen a la batalla un
mínimo de cinco caballeros más, que en este caso era alargada y partida en dos
ramos) se conocían todas con el nombre genérico de “Pendones”. Los musulmanes
usaban también estos pendones y otras insignias de mayor tamaño y ricamente bordadas con versículos del Corán o con
ricas telas formando dibujos.
Arrebatar al enemigo, en ambos casos, estas
enseñas o pendones era clara señal de victoria y como tal era luego exhibidas
en los cortejos victoriosos y guardadas y expuestas por los vencedores.
Nada se sabe de la suerte que
corrió este pendón ni en qué batalla o escaramuza se perdió[1]. Será precisamente con motivo de la batalla
del río Salado, en 1340 cuando aparezcan las primeras noticias históricas
del nuevo pendón.
Combatían los
caballeros jerezanos junto a su rey Alfonso XI contra las tropas de los reyes
Albuhacen, de Marruecos y Aben Yuzaf, rey de Granada. Iba de teniente de las
tropas jerezanas Alonso Fernández Villavicencio y por su teniente, Alfonso
Fernández Valdespino, junto a otros dos capitanes de otras tantas nobles
familias jerezanas: Diego Fernández de Zurita y Fernández Dávila.
Atacaban
los nuestros junto a los de la ciudad de Lorca a las tropas del príncipe de
Benamajín, que traían un gran pendón que se distinguía de los demás por sus
bordaduras de oro. Animaron los jerezanos a los de Lorca a ir contra el real
del príncipe moro y arrebatarles el lujoso pendón. Así lo hicieron llegando al
mismo tiempo a derribar al portador del citado estandarte, un caballero
jerezano y otro de Lorca, lo que originó la natural disputa sobre qué ciudad
debía quedarse con el mismo. Ganada la batalla y planteado el dilema al rey
castellano, éste mandó separar el asta de la bandera y echando a suertes, le
correspondió a Lorca mantener como trofeo el asta ricamente adornada y a Jerez
el lienzo bordado que servía de bandera.
Tenía este pendón bordadas en oro
trece lunas que, desde lejos, parecían plumas de la cola de un gallo por lo que
se le dio el nombre de Rabo de
Gallo y de esta manera se le
cita por parte de los historiadores (aunque no parece que así se le conociera
por los jerezanos hasta mucho más tarde)
Desde ese momento
la ciudad empieza a usar este pendón encabezando las tropas jerezanas en las
diferentes campañas de conquista del Estrecho durante todo el siglo XIV ; no
sabemos si compartiendo con el primitivo de Alfonso X la representación de la
ciudad de Jerez o si desde ese momento lo sustituye[2].
Amador de los Ríos en, Trofeos militares de la Reconquista. Estudio acerca de las enseñas
musulmanas del Real monasterio de las Huelgas[3],
habla de un gran número de insignias militares conquistadas en la batalla del
Salado y cómo se exhibieron en la entrada triunfal de Alfonso XI en Sevilla
tras dicha victoria. También Wenceslao Segura[4]
afirma, citando otras fuentes, que en la procesión de acción de gracias con
motivo de esta entrada del rey castellano en la ciudad hispalense, mandó el rey
que “le precediesen sus caballeros arrastrando banderas vencidas” o que “aquellos
pendones destos rreyes moros e de los otros moros de grandes solares e de
grandes poderes que ay vinieron, metieronlos en la cibdad baxos los cuellos que
trayan cativos”.
Estos pendones capturados a los musulmanes
granadinos, llegarían más tarde a las diferentes ciudades conservándose algunos
en Sevilla, Toledo, Lisboa y Aviñón[5].
Del mismo modo, otras insignias y trofeos serían llevados por los combatientes
a diferentes ciudades, entre ellas, el pendón del príncipe de Benamajín ganado
por los jerezanos junto a los de Lorca, que llevaron a su ciudad el asta de
dicha bandera y de cuya suerte hablaremos también más abajo.
Tres de estas enseñas se mantuvieron
conservadas en la catedral de Toledo donde, precisamente Amador de los Ríos las
estudió concluyendo que habían sido tomadas en la batalla del Salado. Una de
ellas, de gran tamaño, de color amarillento, lleva precisamente en su parte
central dieciséis círculos que imitan medias lunas. Otra, de menor tamaño tiene
también nueve medias lunas. Este dibujo se repetía precisamente en la enseña
ganada por los caballeros jerezanos, cuyas trece lunas le valieron precisamente
el nombre de Rabo de Gallo.
Sin embargo, parece que la
ciudad siguió manteniendo como insignia principal el antiguo pendón que le
había entregado el Rey Sabio, aunque ya muy deteriorado. Así, en 1405 pide la Ciudad a su rey Enrique III
nuevo pendón “por estar muy viejo el primitivo dado por Alfonso X”.
A esta petición respondió el rey que “Xerez tiene pendón bueno con que servirle”,
refiriéndose, dice Bartolomé Gutiérrez, al ganado en la batalla del Salado[6].
Es así que a principios del siglo XV convivían
en la ciudad el pendón de Alfonso X y el Rabo de Gallo, que
definitivamente, a raíz de esta declaración real, se convierte en el “titular”
de Jerez. Respecto al antiguo dice el mismo autor una frase que, a nuestro
juicio, toma hoy especial notoriedad: “hubieron de consumir el antiguo
viejo en algún Depósito, del que no tenemos noticia”.
Desde ese momento
se usa pues en solitario el Rabo
de Gallo hasta 1468, aunque
estaba ya muy deteriorado. Por esto, en
1470 la ciudad manda por un pendón nuevo a Venecia :
“Como estaba el Pendón de
Xerez tan roto y maltrecho de los continuos servicios que con él se hacían…
envía la ciudad a Ramón de Estopiñán que trajera uno hecho en Venecia, donde
estaba enviado por el Rey”[7].
Este nuevo pendón
se usó ya en 1478, con motivo de la entrada de los Reyes Católicos en la Ciudad
y en las posteriores campañas de Utrera y de Ronda, aunque no llegó a la toma
de Granada porque se perdió en la campaña de la Axarquía, hacia 1482[8]. En vista de esta pérdida,
“viéndose sin pendón”, decide remendarlo, “echándole tela” y
bordándolo poniendo las
Armas Reales en medio y las de la ciudad en los extremos. A este se le llamó Pendón Real y se depositó en la iglesia de San
Salvador, de donde lo requería la ciudad cuando debía usarlo.
Este
nuevo Pendón sobre la base del Rabo de Gallo, con las armas reales y de la
ciudad bordadas, se utilizó ya en la toma de
Ronda, en 1485, y en las campañas posteriores, aunque mantiene la ciudad su
intención de hacerse pendón nuevo que pudiera sustituirle por deteriorado y por
su excesivo tamaño que lo hacía engorroso en las batallas.
A este respecto
dice Bartolomé Gutiérrez: “ En
este tiempo en que se hallaron sin el nuevo pendón para aviarse en las
urgencias remendaron el grande antiguo, año 1484, cubriéndolo de un brocado de seda
de aquel tiempo y haciéndole bordar con las armas Reales en medio, y en las cuatro esquinas las de la
ciudad y sus guarniciones correspondientes y le llamaron el pendón dorado, y
desde entonces con haber perdido el bordado y tela antigua, a la que llamaban
Rabo de Gallo, aún no se le ha perdido este nombre entre el común que todavía
le conserva y siempre que sale anualmente y lo trae la Ciudad a la fiesta de su
Santo patrono, el Sr. San Dionisio, todos lo nombran al dicho Pendón rabo de
Gallo”
Así, en 1489 se manda hacer pendón nuevo,
de menor tamaño y que se llamó Pendón Chico o Pendón de Seña. En acta capitular de 1º de junio de
1489, se recoge el costo de su elaboración que ascendió a 2.896 maravedíes y
por la que sabemos que ya se estaba usando en las campañas de los jerezanos.
Este Pendón Chico o de Seña se
depositó en la iglesia de Santiago y
a esta iglesia se solicitaba su entrega cada vez que debía salir en campaña,
constituyendo este hecho un solemne acto donde se le rinde “Pleito Omenage”(sic)
y se produce el juramento del caballero encargado de portarlo de devolverlo a
la ciudad sin daño aún a
riesgo de su vida.
En
1490, conviviendo en la ciudad los dos pendones, uno custodiado en la iglesia
de San Salvador y el otro en la de Santiago, toma la ciudad el acuerdo de que se
saque el Pendón Chico para los servicios de gente de guerra, en las continuas
salidas que ocurriesen, reservando el grande para cuando saliese la Ciudad
Plena, con toda su caballería.
Al año siguiente, consta en las actas capitulares la aprobación real sobre el
uso de este Pendón Chico, aunque con motivo de la toma de Granada en 1492,
piden los reyes a Jerez lleve el Pendón Real para lo que se saca de la iglesia
del Salvador. A su vuelta se decide no volver a sacarlo más para hechos de
guerra.
Esta es la
descripción que encontramos en Bartolomé
Gutiérrez de la entrega del
pendón para ir a Granada :
“ Llegó el día 11 de mayo y juntos
los Caballeros y Gente de Guerra dijeron que pues era necesario se había de
llevar el Pendón Real, que hiciese el corregidor pleito homenaje según la
costumbre y el tal corregidor lo hizo en manos de Juan de Santiago,
veinticuatro, jurando acompañarlo hasta volverlo a entregar en esta Ciudad; y todos a caballo
veinticuatros, Jurados y Alférez mayor fueron a la Iglesia de San Salvador,
donde estaba el pendón Real y desmontados en las gradas de las Puertas de su
Iglesia, entraron hasta el altar mayor donde estaba el Prior … y los otros
canónigos de la dicha iglesia…y los clérigos… y sacaron el dicho pendón Real y
lo bendijeron según la costumbre y lo dieron y entregaron en manos de Pedro
Suárez, alférez mayor, habiendo hecho este pleito homenage en manos de Pedro
Camacho de Villavicencio, veinticuatro, dentro de la misma Iglesia, una , dos e
tres veces, una dos e tres veces, una dos e tres veces, al fuero y uso de
España, y juró como caballero Fidalgo de llevar e tornar ( mediante Dios) a esta
ciudad el dicho Pendón Real; y vueltos a caballo, llevando delante las
trompetas y atabales de esta ciudad, fueron por cal de Francos a la iglesia de
San Santiago, donde fue hecha plegaria y procesión por sus clérigos … y esto
acabado tornaron a montar y, sacando el Pendón Real, lo conduxeron otra vez por
la Puerta de Santiago, Cal de Francos y Puerta del real, por donde salieron
para tomar el camino de Sevilla”
Esta fue la última
salida para la guerra del Pendón Real reservándose el Pendón Chico o de Seña,
para estos menesteres. Precisamente en uno de estos actos de guerra se perdió,
afirmando Bartolomé Gutiérrez que posiblemente en la invasión de Cádiz (1596),
pero no lo confirma.
El hecho es que se
le pierde la pista y solo
vuelve a quedar en la Ciudad el antiguo Pendón Real, depositado en San Salvador. Así pues, aunque en
diferentes periodos compartió el honor de representar a la ciudad con otros dos
pendones: el primitivo de
Alfonso X ( “perdido en algún Depósito municipal”) y el realizado en
Venecia ( perdido en un hecho de guerra sobre 1596) será este pendón de origen
musulmán ganado en la batalla del Salado en 1340, remendado con tela nueva y
bordadas las armas reales y de la ciudad, el que llegará hasta el siglo XX
guardado y custodiado en la iglesia del Salvador.
(Aunque personalmente no he encontrado noticias
documentales de que este pendón, hoy extraviado, sea el citado Rabo de Gallo
con las telas bordadas con los escudos reales y de la ciudad que más tarde se
le superpusieron, tampoco
hay noticias en otro sentido, con lo que parece adecuado afirmar que desde el
siglo XV hasta el XX permaneció custodiado en la iglesia catedral de San
Salvador)
Desde esta iglesia a lo largo de los siglos posteriores parece que se mantiene la costumbre de ser entregado a la ciudad para su salida en los actos solemnes, como la procesión cívica del Día de San Dionisio.
Esta costumbre se
interrumpió en determinado momento hasta que, a inicios del año 1991, se
celebra una reunión entre el entonces Concejal de Cultura, D.
Antonio Reyes, el Presidente de la Academia San Dionisio, D. Francisco
Fernández García Figueras, y D. José Luis Repetto Betes, Deán de la Iglesia del
Salvador, en la que, los citados señores, solicitan al representante municipal
que se revitalice la fiesta de San Dionisio y se vuelva a retomar la costumbre
de realizar el traslado en procesión cívica de dicho pendón hasta la iglesia de
San Dionisio. Al mismo tiempo se solicita que este día sea considerado Día de
Jerez.
Puesto que el
Pendón Real estaba en muy mal estado para ser sacado en procesión pública se
decide encargar una nueva copia del mismo para ser sacado en la procesión. El
encargo se le hace al taller de Carrasquilla, en Sevilla, siendo el importe
aproximado del mismo sobre dos millones de pesetas. El nuevo pendón debía ser
similar en tamaño y en forma al Pendón Real.
En octubre de 1991
se inicia el nuevo ciclo de la fiesta de San Dionisio y se retoma la procesión
desde la iglesia Catedral a San Dionisio. Cuando se termina este acto, el Deán
de la Catedral procede a la entrega solemne del antiguo Pendón Real al
Ayuntamiento, argumentando en el acto de entrega que, pues Jerez tenía ya un
Ayuntamiento democrático que representaba al pueblo, debía ser este
Ayuntamiento el depositario del citado Pendón real y no la Catedral. En este
acto de entrega se presenta a la vez el nuevo Pendón elaborado en Sevilla que
es el que se comienza a usar en la procesión cívica desde este año, quedando
igualmente custodiado en Alcaldía.
Tampoco he podido tener acceso a la documentación
que avale esta entrega (ni sé siquiera si se produjo la firma de algún documento
en este sentido, que de haberse producido debería estar en los archivos de
alcaldía))
Para que pudiera
sacarse en el Día de San Dionisio se mandó hacer un mástil nuevo en el que se
coloca para procesionar, llevado por un policía local vestido de gala. El
concejal o concejala más joven, a quien corresponde el honor de portarlo en
nombre del Ayuntamiento, lo custodia desfilando a la derecha del dicho pendón.
Cuando el Ayuntamiento se traslada a
finales de abril de 1992 desde el edificio de Madre de Dios al rehabilitado
de la Calle Consistorio, se
decide colocar el Pendón Nuevo en el Salón de Pleno Extraordinario del Cabildo
Viejo, donde actualmente está expuesto de manera permanente. Sin embargo, no
hay noticias del traslado del Pendón Real, que se guardaba y custodiaba por el
Ayuntamiento desde su entrega por el Dean de la catedral el año anterior.
Parece que el cabildo
catedralicio fue capar de mantener su custodia durante cinco siglos y el
Ayuntamiento jerezano no ha podido asegurar la misma desde 1991 a 1992, puesto
que tras el traslado a las nuevas dependencias de Consistorio, ningún documento
o testimonio parece asegurar que dicho traslado se realizó en las condiciones
que esta reliquia histórica de la ciudad merecía.
Desgraciadamente,
como parece sucedió con el primer pendón de la ciudad entregado por Alfonso X, parece que se repite la
historia y el Rabo de Gallo o Pendón Real, que fue estandarte y seña de las
tropas jerezanas en multitud de batallas durante los siglos XIV y XV, tremolado
sobre las murallas del alcázar en todas las ocasiones de alegría y fiesta de la
ciudad para celebrar las victorias, las visitas reales o los nombramientos de
sus regidores más notables, que paseó por la ciudad en los actos cívicos y
militares portado por sus caballeros principales como seña de identidad de los
jerezanos y jerezanas a lo
largo de más de cuatrocientos años, parece
que, por descuido de quien debió custodiarlo como una reliquia histórica del
pueblo de Jerez lo ha “perdido en algún Depósito municipal” de donde espero se pueda recuperar y volver a exponer
públicamente con los honores que dicho estandarte merece.
[1] A
principios del siglo XV las Actas Capitulares hacen mención al mismo diciendo
que estaba muy viejo y deteriorado por lo que se solicitaba al rey Enrique III
le concediera nuevo pendón.
[2] Bartolomé
GUTIERREZ afirma al respecto: “Desde este tiempo dicen todos nuestros
historiadores empezó la Ciudad de Xerez á usar este ganado Pendón dejando el
otro que tenía desde su conquista y se lo había dado el Rey Sabio. ¿Dónde o
cómo se consumió este primitivo?. No tenemos razón”; Historia
y Anales de la muy noble y muy leal
ciudad de Xerez de la Frontera, Xerez, 1866, Ed. Facsimil , BUC, Ayuntamiento
de Jerez, 1989,tomo I, p. 205
[3] AMADOR DE LOS RÍOS, Rodrigo, Trofeos
militares de la Reconquista : estudio acerca de las enseñas musulmanas del real
Monasterio de las Huelgas..., Madrid, 1893.Edición digital: http://bibliotecadigital.jcyl.es/i18n/consulta/registro.cmd?id=14965.
En este trabajo, el insigne
historiador, de familia de origen cordobesa aunque nacido en Madrid en 1849 y
que ocuparía más tarde el cargo de Director del Museo Arqueológico Nacional, se
ocupa de las diferentes enseñas musulmanas conquistadas durante la reconquista
y conservadas en diferentes ciudades; entre ellas, dedica un capítulo al
“Pendón de Jerez llamado rabo de Gallo”.
[4] SEGURA FERNANDEZ, Wenceslao, Los pendones de la batalla del Salado,
Historia Medieval, Aljaranda 66 ( 2007), 9-16.
[5] Muchas de estas insignias islámicas
ganadas en la batalla del Salado fueron
enviadas a Aviñón, al Papa Benedicto XII
quien había apoyado esta campaña contra los musulmanes declarándola cruzada y
logrando así la participación de los diferentes reinos peninsulares en la misma
[6]
Bartolomé Gurierrez, Historia,,,, op.
cit,. Pág. 253
[7]
Ibidem, Libro III, pág. 91.
[8] “...el que llevaban entonces a campaña era el
ganado a los moros, y sea cierto el que entonces le nombraron Rabo de Gallo o antes de ahora, se verifica
que desde la pérdida del nuevo en las Axarquías, estaban usando éste otra vez,
aunque maltratado”, Bartolomé Gutierrez, Historia..., op. cit, libro III pág, 178
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