Juan Salguero Triviño
Tras la reconquista definitiva de Jerez de la Frontera por Alfonso X, en 1264, a su
población se le encomienda una función eminentemente militar. No será hasta la
segunda mitad del siglo XV, con la decadencia del reino musulmán de Granada que
reduce continuamente su área de dominio en la baja Andalucía cuando, alejadas
ya la frontera y despreocupada su población del peligro de ataques y
escaramuzas, pierde su carácter
guerrero. A partir de ese momento, en los inicios del siglo XVI, comienzan
a desarrollarse los trabajos de su
fértil campiña y se instalan en la ciudad mercaderes flamencos, ingleses,
irlandeses o genoveses que se ocupaban de la exportación del trigo, el aceite
y, fundamentalmente, el vino de los campos cercanos a Jerez.
Jerez destaca desde los primeros momentos de la reconquista como una
importante ciudad con fuerte presencia de nobles y caballeros.
El relato de las batallas y escaramuzas que precedieron a la toma definitiva
de la ciudad ya dejan entrever la fama e importancia de algunos de estos
caballeros; fama que se difundirá desde ese momento al resto del reino a través
de las crónicas y los poetas a quienes
se encargaban de cantar las virtudes de los guerreros castellanos en su
esforzada lucha contra los infieles.
Uno de ellos, Garci Pérez de Vargas, es citado por Cervantes en el
capítulo XLIX del Quijote por boca del Canónigo que reprocha al Quijote su afán
por los libros de caballería exhortándole a conocer la historia de los
verdaderos héroes:
“Un Viriato tuvo Lusitania, un César Roma; un Ánibal Cartago, un
Alejandro Grecia, un conde Fernán González Castilla, un Cid Valencia, un
Gonzalo Fernández Andalucía, un Diego García de Paredes Extremadura, un Garci
Pérez de Vargas Jerez, un Garcilaso Toledo, un don Manuel de León Sevilla, cuya
lección de sus valerosos hechos puede entretener, enseñar, deleitar y admirar a
los más altos ingenios que leyeren”
Este mismo caballero jerezano es citado por el infante Don Juan Manuel en su Libro de los exiemplos del Conde Lucanor
y de Patronio, escrito alrededor de 1335. Garci Pérez de Vargas es
mencionado en uno de los exemplos que el escudero propone al Conde Lucanor relatando un episodio de la toma
de Sevilla
-Señor Conde- dijo Patronio-, cuando el santo y bienaventurado rey don
Fernando tenía sitiada Sevilla, contaba con muchos y valientes caballeros,
entre los que estaban los más diestros en el manejo de las armas: uno era don
Lorenzo Suárez Gallinato, el otro don García Pérez de Vargas […] los tres
discutieron un día sobre quien de ellos era el mejor y más hábil. Como no
llegaron a un acuerdo, decidieron armarse bien los tres y llegar a las murallas
de Sevilla para golpear con sus lanzas las puertas de la ciudad”
Por su parte, Adolfo de Castro, en su Historia de Jerez de la
Frontera, habla también del mismo caballero relatando otro episodio. Tras la
conquista de Sevilla, Fernando III, dispone en 1252 reactivar la conquista de
las tierras al sur y se dirige contra Jerez y las poblaciones vecinas. Entre
los caballeros están los hermanos Diego Pérez de Vargas y Garci Pérez de
Vargas.
“… y los cristianos en pos de ellos matando y prendiendo infinitos hasta que a esos que escaparon los metieron por las puertas de Xerez; y allí fue gran mortandad a la entrada, porque los cristianos les daban con gran priesa y los moros por entrar se mataban unos a otros […] Dio muerte Garci Pérez de Vargas al reyezuelo moro de Alcalá de los Gazules: Diego Pérez de Vargas perdió su espada […]desgajando una rama de oliva […] y con aquel se metió en lo más recio de la batalla”[1]
De esta acción, por las voces de ánimo que le daban: “ ¡machuca,
Diego, machuca!” le valió a Diego Pérez de Vargas el sobrenombre de Machuca y
como Diego Machuca se quedaría para él y su linaje.
Cuando en 1264 se produce la toma definitiva de Jerez, este Garci
Pérez de Vargas será uno de los dos alcaldes que el rey Sabio nombra para el
gobierno y custodia de la ciudad. Así lo cuenta Adolfo de Castro:
“ A trescientos caballeros hijosdalgo, fue encomendada la guarda de la
ciudad. Para su gobierno político fueron nombrados dos alcaldes y elegidos para
el desempeño de tales cargos Garci Pérez de Vargas y Rui Pérez de Almezán […]
fueron enviados para la guarda de las cuatro puertas de la ciudad, cuarenta
caballeros que llamaron del feudo. A
cada uno de estos, con los que primeramente poblaron a Xerez, se hizo
repartimiento de casas, viñas, olivares y seis yugadas de tierra […] también
hubo repartimiento de algunos moros y judíos vasallos del rey”[2]
Que bueno!! Desconocía la cita del Conde Lucanor... que otorga a nuestro personaje más trascendencia literaria e histórica. Gracias por compartirlo.
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