miércoles, 7 de octubre de 2015


EL PENDÓN DE JEREZ

BREVE NOTA HISTÓRICA SOBRE EL PENDÓN DE JEREZ: SU ORIGEN Y AVATARES DESDE LA RECONQUISTA DE LA CIUDAD HASTA NUESTROS DÍAS
Juan Salguero Triviño

Cuando, el 9 de octubre de 1264, Alfonso X, llamado El Sabio, conquista de manera definitiva la ciudad de jerez para la corona de Castilla, entrega un pendón a la ciudad que fue utilizado por sus caballeros como insignia en los diferentes hechos de guerra que la ciudad mantuvo durante estos agitados años en que se constituyó en baluarte principal de la frontera.
El uso de diferentes tipos y banderas por parte de los caballeros combatientes era práctica común tanto en los ejércitos cristianos como musulmanes durante la Edad Media. Innumerables banderas de diferentes tipos, tamaños y colores, sobresalían entre la multitud de combatientes de una y otra parte y servían para identificar a las fuerzas de los diferentes caballeros y nobles que participaban en la batalla. Entre todas ellas, la más importante era el estandarte real. El resto de enseñas, de variado tamaño y forma dependiendo del número de combatientes que llevaba cada caballero (podía llevar enseña o estandarte hasta los caballeros que aportasen a la batalla un mínimo de cinco caballeros más, que en este caso era alargada y partida en dos ramos) se conocían todas con el nombre genérico de “Pendones”. Los musulmanes usaban también estos pendones y otras insignias de mayor tamaño y ricamente bordadas con versículos del Corán o con ricas telas formando dibujos.
Arrebatar al enemigo, en ambos casos, estas enseñas o pendones era clara señal de victoria y como tal era luego exhibidas en los cortejos victoriosos y guardadas y expuestas por los vencedores.
Nada se sabe de la suerte que corrió este pendón ni en qué batalla o escaramuza se perdió[1].  Será precisamente con motivo de la batalla del río Salado, en 1340 cuando aparezcan las primeras noticias históricas del nuevo pendón.

Combatían los caballeros jerezanos junto a su rey Alfonso XI  contra las tropas de los reyes Albuhacen, de Marruecos y Aben Yuzaf, rey de Granada. Iba de teniente de las tropas jerezanas Alonso Fernández Villavicencio y por su teniente, Alfonso Fernández Valdespino, junto a otros dos capitanes de otras tantas nobles familias jerezanas: Diego Fernández de Zurita y Fernández Dávila.
Atacaban los nuestros junto a los de la ciudad de Lorca a las tropas del príncipe de Benamajín, que traían un gran pendón que se distinguía de los demás por sus bordaduras de oro. Animaron los jerezanos a los de Lorca a ir contra el real del príncipe moro y arrebatarles el lujoso pendón. Así lo hicieron llegando al mismo tiempo a derribar al portador del citado estandarte, un caballero jerezano y otro de Lorca, lo que originó la natural disputa sobre qué ciudad debía quedarse con el mismo. Ganada la batalla y planteado el dilema al rey castellano, éste mandó separar el asta de la bandera y echando a suertes, le correspondió a Lorca mantener como trofeo el asta ricamente adornada y a Jerez el lienzo bordado que servía de bandera.

                      Tenía este pendón bordadas en oro trece lunas que, desde lejos, parecían plumas de la cola de un gallo por lo que se le dio el nombre de Rabo de Gallo y de esta manera se le cita por parte de los historiadores (aunque no parece que así se le conociera por los jerezanos hasta mucho más tarde)
Desde ese momento la ciudad empieza a usar este pendón encabezando las tropas jerezanas en las diferentes campañas de conquista del Estrecho durante todo el siglo XIV ; no sabemos si compartiendo con el primitivo de Alfonso X la representación de la ciudad de Jerez o si desde ese momento lo sustituye[2].



Amador de los Ríos en, Trofeos militares de la Reconquista. Estudio acerca de las enseñas musulmanas del Real monasterio de las Huelgas[3], habla de un gran número de insignias militares conquistadas en la batalla del Salado y cómo se exhibieron en la entrada triunfal de Alfonso XI en Sevilla tras dicha victoria. También Wenceslao Segura[4] afirma, citando otras fuentes, que en la procesión de acción de gracias con motivo de esta entrada del rey castellano en la ciudad hispalense, mandó el rey que “le precediesen sus caballeros arrastrando banderas vencidas” o que “aquellos pendones destos rreyes moros e de los otros moros de grandes solares e de grandes poderes que ay vinieron, metieronlos en la cibdad baxos los cuellos que trayan cativos”.
Estos pendones capturados a los musulmanes granadinos, llegarían más tarde a las diferentes ciudades conservándose algunos en Sevilla, Toledo, Lisboa y Aviñón[5]. Del mismo modo, otras insignias y trofeos serían llevados por los combatientes a diferentes ciudades, entre ellas, el pendón del príncipe de Benamajín ganado por los jerezanos junto a los de Lorca, que llevaron a su ciudad el asta de dicha bandera y de cuya suerte hablaremos también más abajo.
Tres de estas enseñas se mantuvieron conservadas en la catedral de Toledo donde, precisamente Amador de los Ríos las estudió concluyendo que habían sido tomadas en la batalla del Salado. Una de ellas, de gran tamaño, de color amarillento, lleva precisamente en su parte central dieciséis círculos que imitan medias lunas. Otra, de menor tamaño tiene también nueve medias lunas. Este dibujo se repetía precisamente en la enseña ganada por los caballeros jerezanos, cuyas trece lunas le valieron precisamente el nombre de Rabo de Gallo.


Sin embargo, parece que la ciudad siguió manteniendo como insignia principal el antiguo pendón que le había entregado el Rey Sabio, aunque ya muy deteriorado. Así, en 1405 pide la Ciudad a su rey Enrique III nuevo pendón “por estar muy viejo el primitivo dado por Alfonso X”. A esta petición respondió el rey que “Xerez tiene pendón bueno con que servirle”, refiriéndose, dice Bartolomé Gutiérrez, al ganado en la batalla del Salado[6].
Es así que a principios del siglo XV convivían en la ciudad el pendón de Alfonso X y el Rabo de Gallo, que definitivamente, a raíz de esta declaración real, se convierte en el “titular” de Jerez. Respecto al antiguo dice el mismo autor una frase que, a nuestro juicio, toma hoy especial notoriedad: “hubieron de consumir el antiguo viejo en algún Depósito, del que no tenemos noticia”.
Desde ese momento se usa pues en solitario el Rabo de Gallo hasta 1468, aunque estaba ya muy deteriorado. Por esto, en 1470 la ciudad manda por un pendón nuevo a Venecia :
Como estaba el Pendón de Xerez tan roto y maltrecho de los continuos servicios que con él se hacían… envía la ciudad a Ramón de Estopiñán que trajera uno hecho en Venecia, donde estaba enviado por el Rey”[7].
Este nuevo pendón se usó ya en 1478, con motivo de la entrada de los Reyes Católicos en la Ciudad y en las posteriores campañas de Utrera y de Ronda, aunque no llegó a la toma de Granada porque se perdió en la campaña de la Axarquía,  hacia 1482[8]. En vista de esta pérdida, “viéndose sin pendón”, decide remendarlo, “echándole tela” y bordándolo poniendo  las Armas Reales en medio y las de la ciudad en los extremos. A este se le llamó Pendón Real  se depositó en la iglesia de San Salvador, de donde lo requería la ciudad cuando debía usarlo.
Este nuevo Pendón sobre la base del Rabo de Gallo, con las armas reales y de la ciudad bordadas,  se utilizó ya en la toma de Ronda, en 1485, y en las campañas posteriores, aunque mantiene la ciudad su intención de hacerse pendón nuevo que pudiera sustituirle por deteriorado y por su excesivo tamaño que lo hacía engorroso en las batallas.
A este respecto dice Bartolomé Gutiérrez: “ En este tiempo en que se hallaron sin el nuevo pendón para aviarse en las urgencias remendaron el grande antiguo, año 1484, cubriéndolo de un brocado de seda de aquel tiempo y haciéndole bordar con las armas Reales en medio, y  en las cuatro esquinas las de la ciudad y sus guarniciones correspondientes y le llamaron el pendón dorado, y desde entonces con haber perdido el bordado y tela antigua, a la que llamaban Rabo de Gallo, aún no se le ha perdido este nombre entre el común que todavía le conserva y siempre que sale anualmente y lo trae la Ciudad a la fiesta de su Santo patrono, el Sr. San Dionisio, todos lo nombran al dicho Pendón rabo de Gallo”

Así, en 1489 se manda hacer pendón nuevo, de menor tamaño y que se llamó Pendón Chico o Pendón de Seña. En acta capitular de 1º de junio de 1489, se recoge el costo de su elaboración que ascendió a 2.896 maravedíes y por la que sabemos que ya se estaba usando en las campañas de los jerezanos. Este Pendón Chico o de Seña se depositó en la iglesia de Santiago y a esta iglesia se solicitaba su entrega cada vez que debía salir en campaña, constituyendo este hecho un solemne acto donde se le rinde “Pleito Omenage”(sic) y se produce el juramento del caballero encargado de portarlo de devolverlo a la ciudad sin daño  aún a riesgo de su vida.
En 1490, conviviendo en la ciudad los dos pendones, uno custodiado en la iglesia de San Salvador y el otro en la de Santiago,  toma la ciudad el acuerdo de que se saque el Pendón Chico para los servicios de gente de guerra, en las continuas salidas que ocurriesen, reservando el grande para cuando saliese la Ciudad Plena, con toda su caballería. Al año siguiente, consta en las actas capitulares la aprobación real sobre el uso de este Pendón Chico, aunque con motivo de la toma de Granada en 1492, piden los reyes a Jerez lleve el Pendón Real para lo que se saca de la iglesia del Salvador. A su vuelta se decide no volver a sacarlo más para hechos de guerra.
Esta es la descripción que encontramos en  Bartolomé Gutiérrez  de la entrega del pendón para ir a Granada :
 Llegó el día 11 de mayo y juntos los Caballeros y Gente de Guerra dijeron que pues era necesario se había de llevar el Pendón Real, que hiciese el corregidor pleito homenaje según la costumbre y el tal corregidor lo hizo en manos de Juan de Santiago, veinticuatro, jurando acompañarlo hasta volverlo a entregar  en esta Ciudad; y todos a caballo veinticuatros, Jurados y Alférez mayor fueron a la Iglesia de San Salvador, donde estaba el pendón Real y desmontados en las gradas de las Puertas de su Iglesia, entraron hasta el altar mayor donde estaba el Prior … y los otros canónigos de la dicha iglesia…y los clérigos… y sacaron el dicho pendón Real y lo bendijeron según la costumbre y lo dieron y entregaron en manos de Pedro Suárez, alférez mayor, habiendo hecho este pleito homenage en manos de Pedro Camacho de Villavicencio, veinticuatro, dentro de la misma Iglesia, una , dos e tres veces, una dos e tres veces, una dos e tres veces, al fuero y uso de España, y juró como caballero Fidalgo de llevar  e tornar ( mediante Dios) a esta ciudad el dicho Pendón Real; y vueltos a caballo, llevando delante las trompetas y atabales de esta ciudad, fueron por cal de Francos a la iglesia de San Santiago, donde fue hecha plegaria y procesión por sus clérigos … y esto acabado tornaron a montar y, sacando el Pendón Real, lo conduxeron otra vez por la Puerta de Santiago, Cal de Francos y Puerta del real, por donde salieron para tomar el camino de Sevilla”
Esta fue la última salida para la guerra del Pendón Real reservándose el Pendón Chico o de Seña, para estos menesteres. Precisamente en uno de estos actos de guerra se perdió, afirmando Bartolomé Gutiérrez que posiblemente en la invasión de Cádiz (1596), pero no lo confirma.
El hecho es que se le pierde la pista y solo vuelve a quedar en la Ciudad el antiguo Pendón Real, depositado en  San Salvador. Así pues, aunque en diferentes periodos compartió el honor de representar a la ciudad con otros dos pendones:  el primitivo de Alfonso X ( “perdido en algún Depósito municipal”) y el realizado en Venecia ( perdido en un hecho de guerra sobre 1596) será este pendón de origen musulmán ganado en la batalla del Salado en 1340, remendado con tela nueva y bordadas las armas reales y de la ciudad, el que llegará hasta el siglo XX guardado y custodiado en la iglesia del Salvador.
(Aunque personalmente no he encontrado noticias documentales de que este pendón, hoy extraviado, sea el citado Rabo de Gallo con las telas bordadas con los escudos reales y de la ciudad que más tarde se le  superpusieron, tampoco hay noticias en otro sentido, con lo que parece adecuado afirmar que desde el siglo XV hasta el XX permaneció custodiado en la iglesia catedral de San Salvador)


Desde esta iglesia a lo largo de los siglos posteriores parece que se mantiene la costumbre de ser entregado a  la ciudad para su salida en los actos solemnes, como la procesión cívica del Día de San Dionisio.
Esta costumbre se interrumpió en determinado momento hasta que, a inicios del año 1991, se celebra una reunión entre el entonces Concejal de Cultura, D. Antonio Reyes, el Presidente de la Academia San Dionisio, D. Francisco Fernández García Figueras, y D. José Luis Repetto Betes, Deán de la Iglesia del Salvador, en la que, los citados señores, solicitan al representante municipal que se revitalice la fiesta de San Dionisio y se vuelva a retomar la costumbre de realizar el traslado en procesión cívica de dicho pendón hasta la iglesia de San Dionisio. Al mismo tiempo se solicita que este día sea considerado Día de Jerez.
Puesto que el Pendón Real estaba en muy mal estado para ser sacado en procesión pública se decide encargar una nueva copia del mismo para ser sacado en la procesión. El encargo se le hace al taller de Carrasquilla, en Sevilla, siendo el importe aproximado del mismo sobre dos millones de pesetas. El nuevo pendón debía ser similar en tamaño y en forma al Pendón Real.
En octubre de 1991 se inicia el nuevo ciclo de la fiesta de San Dionisio y se retoma la procesión desde la iglesia Catedral a San Dionisio. Cuando se termina este acto, el Deán de la Catedral procede a la entrega solemne del antiguo Pendón Real al Ayuntamiento, argumentando en el acto de entrega que, pues Jerez tenía ya un Ayuntamiento democrático que representaba al pueblo, debía ser este Ayuntamiento el depositario del citado Pendón real y no la Catedral. En este acto de entrega se presenta a la vez el nuevo Pendón elaborado en Sevilla que es el que se comienza a usar en la procesión cívica desde este año, quedando igualmente custodiado en Alcaldía.
Tampoco he podido tener acceso a la documentación que avale esta entrega (ni sé siquiera si se produjo la firma de algún documento en este sentido, que de haberse producido debería estar en los archivos de alcaldía))
Para que pudiera sacarse en el Día de San Dionisio se mandó hacer un mástil nuevo en el que se coloca para procesionar, llevado por un policía local vestido de gala. El concejal o concejala más joven, a quien corresponde el honor de portarlo en nombre del Ayuntamiento, lo custodia desfilando a la derecha del dicho pendón.
            Cuando el Ayuntamiento se traslada a finales de abril de 1992 desde el edificio de Madre de Dios al rehabilitado de  la Calle Consistorio, se decide colocar el Pendón Nuevo en el Salón de Pleno Extraordinario del Cabildo Viejo, donde actualmente está expuesto de manera permanente. Sin embargo, no hay noticias del traslado del Pendón Real, que se guardaba y custodiaba por el Ayuntamiento desde su entrega por el Dean de la catedral el año anterior. Parece que  el cabildo catedralicio fue capar de mantener su custodia durante cinco siglos y el Ayuntamiento jerezano no ha podido asegurar la misma desde 1991 a 1992, puesto que tras el traslado a las nuevas dependencias de Consistorio, ningún documento o testimonio parece asegurar que dicho traslado se realizó en las condiciones que esta reliquia histórica de la ciudad merecía.
Desgraciadamente, como parece sucedió con el primer pendón de la ciudad entregado  por Alfonso X, parece que se repite la historia y el Rabo de Gallo o Pendón Real, que fue estandarte y seña de las tropas jerezanas en multitud de batallas durante los siglos XIV y XV, tremolado sobre las murallas del alcázar en todas las ocasiones de alegría y fiesta de la ciudad para celebrar las victorias, las visitas reales o los nombramientos de sus regidores más notables, que paseó por la ciudad en los actos cívicos y militares portado por sus caballeros principales como seña de identidad de los jerezanos y jerezanas  a lo largo de más de cuatrocientos años,  parece que, por descuido de quien debió custodiarlo como una reliquia histórica del pueblo de Jerez lo ha “perdido en algún Depósito municipal”  de donde espero se  pueda recuperar y volver a exponer públicamente con los honores que dicho estandarte merece.





[1] A principios del siglo XV las Actas Capitulares hacen mención al mismo diciendo que estaba muy viejo y deteriorado por lo que se solicitaba al rey Enrique III le concediera nuevo pendón.
[2] Bartolomé GUTIERREZ  afirma  al respecto: “Desde este tiempo dicen todos nuestros historiadores empezó la Ciudad de Xerez á usar este ganado Pendón dejando el otro que tenía desde su conquista y se lo había dado el Rey Sabio. ¿Dónde o cómo se consumió este primitivo?. No tenemos razón”;  Historia y Anales de la muy noble  y muy leal ciudad de Xerez de la Frontera,  Xerez, 1866, Ed. Facsimil , BUC, Ayuntamiento de Jerez, 1989,tomo I,  p. 205
[3] AMADOR DE LOS RÍOS, Rodrigo, Trofeos militares de la Reconquista : estudio acerca de las enseñas musulmanas del real Monasterio de las Huelgas..., Madrid, 1893.Edición digital:  http://bibliotecadigital.jcyl.es/i18n/consulta/registro.cmd?id=14965. En este trabajo, el insigne historiador, de familia de origen cordobesa aunque nacido en Madrid en 1849 y que ocuparía más tarde el cargo de Director del Museo Arqueológico Nacional, se ocupa de las diferentes enseñas musulmanas conquistadas durante la reconquista y conservadas en diferentes ciudades; entre ellas, dedica un capítulo al “Pendón de Jerez llamado rabo de Gallo”.
[4] SEGURA FERNANDEZ, Wenceslao, Los pendones de la batalla del Salado, Historia Medieval, Aljaranda 66 ( 2007), 9-16.
[5] Muchas de estas insignias islámicas ganadas en la batalla del Salado  fueron enviadas a Aviñón,  al Papa Benedicto XII quien había apoyado esta campaña contra los musulmanes declarándola cruzada y logrando así la participación de los diferentes reinos peninsulares en la misma
[6] Bartolomé Gurierrez, Historia,,,, op. cit,. Pág. 253
[7] Ibidem, Libro III, pág. 91.
[8]  “...el que llevaban entonces a campaña era el ganado a los moros, y sea cierto el que entonces le nombraron  Rabo de Gallo o antes de ahora, se verifica que desde la pérdida del nuevo en las Axarquías, estaban usando éste otra vez, aunque maltratado”, Bartolomé Gutierrez, Historia..., op. cit, libro III  pág, 178

sábado, 28 de febrero de 2015

Algunas noticias literarias sobre el caballero jerezano Garci Pérez de Vargas



Juan Salguero Triviño




Tras la reconquista definitiva de Jerez de la Frontera por Alfonso X, en 1264, a su población se le encomienda una función eminentemente militar. No será hasta la segunda mitad del siglo XV, con la decadencia del reino musulmán de Granada que reduce continuamente su área de dominio en la baja Andalucía cuando, alejadas ya la frontera y despreocupada su población del peligro de ataques y escaramuzas, pierde  su carácter guerrero. A partir de ese momento, en los inicios del siglo XVI, comienzan a  desarrollarse los trabajos de su fértil campiña y se instalan en la ciudad mercaderes flamencos, ingleses, irlandeses o genoveses que se ocupaban de la exportación del trigo, el aceite y, fundamentalmente, el vino de los campos cercanos a Jerez.

Jerez destaca desde los primeros momentos de la reconquista como una importante ciudad con fuerte presencia de nobles y caballeros.

El relato de las batallas y escaramuzas que precedieron a la toma definitiva de la ciudad ya dejan entrever la fama e importancia de algunos de estos caballeros; fama que se difundirá desde ese momento al resto del reino a través de las crónicas y los poetas a quienes  se encargaban de cantar las virtudes de los guerreros castellanos en su esforzada lucha contra los infieles.

Uno de ellos, Garci Pérez de Vargas, es citado por Cervantes en el capítulo XLIX del Quijote por boca del Canónigo que reprocha al Quijote su afán por los libros de caballería exhortándole a conocer la historia de los verdaderos héroes:





“Un Viriato tuvo Lusitania, un César Roma; un Ánibal Cartago, un Alejandro Grecia, un conde Fernán González Castilla, un Cid Valencia, un Gonzalo Fernández Andalucía, un Diego García de Paredes Extremadura, un Garci Pérez de Vargas Jerez, un Garcilaso Toledo, un don Manuel de León Sevilla, cuya lección de sus valerosos hechos puede entretener, enseñar, deleitar y admirar a los más altos ingenios que leyeren”

Este mismo caballero jerezano es citado por el infante Don Juan Manuel en su Libro de los exiemplos del Conde Lucanor y de Patronio, escrito alrededor de 1335. Garci Pérez de Vargas es mencionado en uno de los exemplos que el escudero propone al  Conde Lucanor relatando un episodio de la toma de Sevilla


-Señor Conde- dijo Patronio-, cuando el santo y bienaventurado rey don Fernando tenía sitiada Sevilla, contaba con muchos y valientes caballeros, entre los que estaban los más diestros en el manejo de las armas: uno era don Lorenzo Suárez Gallinato, el otro don García Pérez de Vargas […] los tres discutieron un día sobre quien de ellos era el mejor y más hábil. Como no llegaron a un acuerdo, decidieron armarse bien los tres y llegar a las murallas de Sevilla para golpear con sus lanzas las puertas de la ciudad”



Por su parte, Adolfo de Castro, en su Historia de Jerez de la Frontera, habla también del mismo caballero relatando otro episodio. Tras la conquista de Sevilla, Fernando III, dispone en 1252 reactivar la conquista de las tierras al sur y se dirige contra Jerez y las poblaciones vecinas. Entre los caballeros están los hermanos Diego Pérez de Vargas y Garci Pérez de Vargas.


“… y los cristianos en pos de ellos matando y prendiendo infinitos hasta que a esos que escaparon los metieron por las puertas de Xerez; y allí fue gran mortandad a la entrada, porque los cristianos les daban con gran priesa y los moros por entrar se mataban unos a otros […] Dio muerte Garci Pérez de Vargas al reyezuelo moro de Alcalá de los Gazules: Diego Pérez de Vargas perdió su espada […]desgajando una rama de oliva […] y con aquel se metió en lo más recio de la batalla”[1]

De esta acción, por las voces de ánimo que le daban: “ ¡machuca, Diego, machuca!” le valió a Diego Pérez de Vargas el sobrenombre de Machuca y como Diego Machuca se quedaría para él y su linaje.
Cuando en 1264 se produce la toma definitiva de Jerez, este Garci Pérez de Vargas será uno de los dos alcaldes que el rey Sabio nombra para el gobierno y custodia de la ciudad. Así lo cuenta Adolfo de Castro:

“ A trescientos caballeros hijosdalgo, fue encomendada la guarda de la ciudad. Para su gobierno político fueron nombrados dos alcaldes y elegidos para el desempeño de tales cargos Garci Pérez de Vargas y Rui Pérez de Almezán […] fueron enviados para la guarda de las cuatro puertas de la ciudad, cuarenta caballeros que llamaron del feudo. A cada uno de estos, con los que primeramente poblaron a Xerez, se hizo repartimiento de casas, viñas, olivares y seis yugadas de tierra […] también hubo repartimiento de algunos moros y judíos vasallos del rey”[2]




[1] Castro, Adolfo de: Historia de jerez de la Frontera; ed. Renacimiento, 2002. Pag 33
[2] Castro, Adolfo de. Op.cit. pág 45

viernes, 27 de febrero de 2015

Volver a empezar

Se dice que una característica del ser humano es que es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. No sé si es mi caso, seguramente, también, pero yo prefiero creer que soy de ese tipo de personas que no se cansa nunca de volver a empezar, a retomar proyectos olvidados porque las circunstancias te llevaron por otro camino. Como el retorno incansable de la marea sobre la playa retomando, varias veces cada día, la reconquista del terreno perdido en cada bajamar. Sin abandonar nunca el empeño siempre fustrado de permanecer ya siempre sobre la arena conquistada.
Por eso no he querido empezar un nuevo blog, sino retomar este cuaderno virtual que empecé hace unos años con el que quise retomar entonces el deseo de escribir. Y aquí estoy de nuevo, años después, con nuevas etapas vividas y cumplidas. Esperando que, ahora sí, me permita el tiempo y las obligaciones venir a visitar más asiduamente esta ventana de comunicación con todas aquellas personas que sienta curiosidad por los temas que vaya abordando.
Será desde ahora un cuaderno donde iré guardando reflexiones y estudios variados. Supongo que, principalmente literarias, pero vaya usted a saber! No me fío demasiado de mi constancia, a la vista está.
De todos modos, una excelente característica de la red es que permanece en el tiempo por encima de nuestros variados intereses. Y que siempre podré volver a retomar la tarea si, una vez más, me perdiera en el camino.