domingo, 7 de noviembre de 2010

Corchete Jerbete

RAICES CLÁSICAS DE LA EXPRESIÓN EXTREMEÑA “CORCHETE-HERBETE”



Juan Salguero Triviño
Desde niño he escuchado muchas veces, no sólo a mi madre sino a otras personas de mi pueblo natal, Almendralejo, en la provincia de Badajoz, la expresión “corchete-jerbete” para indicar que algo se quiere hacer o solucionar de manera inmediata.  Normalmente utilizada en contextos donde se reprocha esta solicitud de inmediatez.
-Esto no se puede hacer “corchete-jerbete”
-Tú todo lo quieres “corchete-jerbete”
- ¿Cómo no te va a salir mal si todo lo haces “corchete-herbete”?
Y otras parecidas, pero siempre con este significado de algo que se hace de manera precipitada y por tanto de manera incorrecta, o de reproche por una solicitud de que algo se produzca con inmediatez no siendo posible por lo dificultoso del caso.
El hallazgo casual con esta expresión durante la lectura de una comedia del Siglo de Oro, “El lindo  don Diego”, de Agustín Moreto, usada con el mismo significado aunque escrita a la manera castellana con la “h” que se aspira en la expresión extremeña, me llamó poderosamente la atención y despertó mi curiosidad por rastrear su uso en otros autores y épocas. Desde luego estaba seguro de que mi madre y sus convecinas a quienes tantas veces la escuché no eran en absoluto conscientes de que repetían ( a la manera extremeña) una expresión seguramente popular en el Siglo de Oro español por cuanto Moreto la utiliza consciente de que todo el auditorio la conocía y sabía su significado.
El lindo Don Diego” es una de las primeras comedias de carácter donde Moreto satiriza el afeminamiento cortesano con fina ironía en la persona de Don Diego  que pasa el tiempo acicalándose y presumiendo de su galanura. Con un argumento de enredo que plantea el matrimonio de dos damas, Inés y Leonor, con sus primos, Don Mento y Don Diego. Un tercer galán en discordia, Don Juan, con la ayuda de los “graciosos” de la obra, Mosquito y la sirvienta, consigue finalmente casarse con doña Inés, quedando  el acicalado y presumido Don Diego burlado y sin pareja. Esta comedia de Agustín Moreto y Cavana (Madrid, 1618- Toledo 1669) gozó de gran popularidad y aceptación entre el público que acudía a los corrales de comedias en el Madrid de la segunda mitad del siglo XVII.







En la jornada III, durante un  diálogo entre Don Tello y  su sobrino Don Diego, encontramos la expresión citada:

TELLO:         Sobrino, con vuestras cosas
               estoy en tanto desvelo
               que hasta veros desposados
               yo no he de tener sosiego.
               Todo está ya prevenido,
               y sólo a vos os espero
               por salir de este cuidado.

DIEGO:         ¿De tanto gusto es ser suegro
               que a serlo os dais tanta priesa?
               ¿No es mejor, pues estáis viejo,
               que lo dilatéis un poco
               y os dure el oficio menos?

TELLO:         ¿Qué es dilatarlo, o por qué?
DIEGO:         Por unos días, que aquesto
               no ha de ser cochite hervite,
               que una boda no es buñuelo.



Sebastián de Covarrubias, en su “Tesoro de la lengua castellana o española”, publicado en Madrid en 1661, dice:

Cochite hervite: Proverbio común, aunque de palabras bárbaras; traese a propósito cuando alguno quiere que se haga alguna cosa en un instante, sin guardar modo ni término; como el que pusiese la olla y quisiese que luego en llegando al fuego cociese y hirviese y se sazonase para poderla comer”

El dicho se sigue utilizando un siglo más tarde por cuanto lo recoge también otro autor,  Jerónimo Martín y Cejudo ( “Maestro de Latinidad y Eloquencia en la villa de Valdepeñas de Calatrava, su patria, con título del Consejo Superior de Castilla”), en su libro “ Refranes y modos de hablar castellanos, con los latinos que les corresponden; y la glosa y explicación de los que tienen necesidad de ella”, publicado en Madrid en 1792, quien anota la siguiente expresión:

“No sea cochite hervite”, o “ no ha de ser cochite hervite”: Dícese este adagio de las presurosas y aceleradas esperanzas de algunos, que apenas han comenzado un negocio, quando ya les parece que tienen que concluirlo.

El actual Diccionario de la Real Academia recoge todavía la expresión con esta misma grafía y la hace derivar de cocho, cocido y hervido. En una primera acepción la contempla como una expresión popular en desuso “para significar que se hace o se ha hecho una cosa con celeridad y atropellamiento”; también puede usarse refiriéndose  a alguien que muestra en sus acciones sobrada viveza o aturdimiento, para decir que es un “cochite hervite”

La expresión debió ser, como hemos dicho, bastante popular en el Siglo de Oro. Francisco de Quevedo en carta firmada en 1626, que dirige a Don Alonso Messia de Leyre sobre malos usos del lenguaje por parte de personas instruidas (arcaísmos, refranes, etc) cita esta expresión entre otras de uso común:

“Considere vuesa merced el buen talle de estas voces, que se nos hacen reacias en la lengua, y no las podemos escupir: Zurribirri, a cada triquete, traque barraque, zis,zas, zipizape, a barrisco, irse a chitos, chichota, con sus once de ovejas, trochemoche y cochite hervite”.

La carta de Quevedo está en el tomo I de las Obras de Don Francisco de Quevedo (Amberes 1699), en “Cuento de cuentos; donde se leen juntas las vulgaridades rústicas, que aún duran en nuestra habla, barridas de la conversación” y, como hemos dicho la señala como impropia de personas instruidas y la asimila a otras voces y expresiones propias de rústicos e iletrados. Sin embargo, como vemos en El lindo Don Diego, su autor la pone en boca de un galán que presume además de figura y clase, no sabemos si con la intención de hacerla más ridícula en sus labios o porque fuera de uso habitual también entre  caballeros.,

En “Los refranes del viejo celoso”, una pieza breve del Siglo de Oro atribuida precisamente a Quevedo, un tribunal paródico  dialoga entre refranes y dichos sin sentidos y uno de ellos, llamado Rey Perico, dice:

Mateo Pico,  Agrajes, Cochite-hervite, Chisgarabís, Trochemoche, Bobo de Coria, mi amigo, o la Mari Rabadilla, doña Fábula, a quien digo…”[1]

Otra vez Quevedo, en el “Sueño de la muerte[2], dentro de las obras satíricas  vuelve a usar esta expresión junto a otras que ya hemos traído a colación anteriormente:

Señor mío, esto no es cochite-hervite.
Sí es –dijo muy demudado- digoos que yo soy Cochitehervite, y el que viene a mi lado (aunque yo no lo  había visto) es Trochimochi, que somos más parecidos que el freir y el llover”[3]

 Y más adelante vuelve a aparecer, esta vez en boca de un licenciado:

El Licenciado replicó que no se había de hacer todo cochite herbite


También  Francisco de Úbeda, en “La pícara Justina”(cuya primera edición aparece en Medina del Campo en 1605), pone la expresión en boca de la protagonista de su novela picaresca, confirmando su uso por parte de rústicos, pícaros y truhanes:





“Andaba mi cabeza como rueda de molino y molió un poquito de lo bien cernido; digo que, al cabo, acerté con el punto de la dificultad, y tanteando la disposición del pueblo, la ocasión presente y esperanzas futuras, di en la mejor traza que se pudo imaginar. Óyela, que yo sé que te cuadrará; sólo no me pidas cochite hervite, que yo cuento de espacio, aunque trazo deprisa”

Como tantas otras utilizadas frecuentemente de manera popular, la expresión pasó a las Indias. Ricardo Palma (1883-1917) escritor peruano y tradicionista, en su obra “Tradiciones peruanas”,            en un relato titulado “Los amantes de real orden” se refiere a una provisión de Felipe II en la que se instaba a casarse a todos los vecinos para evitar barraganías y otros problemas derivados del libre ayuntamiento. En este relato, el general Pedro de Hinojosa dice:
Mire vuesa merced que no puedo darme hoy por notificado, y ruegole me disimule hasta mañana, que con estas cosas de mi cargo ando con el seso perdido y sin calma para estampar mi garabato. Véngase, si es servido mañana por esta su casa, que el asunto no es cochite-hervite y sin deservicio del rey puede dar largas”

Como decíamos al principio, esta expresión permanece hoy viva en Extremadura, al menos en el habla de mujeres mayores donde únicamente la he escuchado. Mi madre la usa en el mismo sentido que ya señalaba Sebastián de Covarrubias en 1611. La fonética, sin embargo, ha evolucionado en “Corchete Jerbete”. En la primera parte de la expresión seguramente por asimilación, buscando una palabra conocida que en algún momento el oyente que ya no reconoció “cochite” como palabra latina, utilizó creyendo que era esta la palabra que escuchaba; en la segunda, por aspiración de la h como es usual en Extremadura y asimilando las vocales ( al no reconocer significado alguno en esta segunda  palabra)  buscando la rotundidad de la expresión.

En la Web encuentro que su uso, en el mismo sentido y fonética que el usado en Almendralejo, era habitual también entre personas mayores de Campillo ( Badajoz) y que su uso se extiende por el sur extremeño hasta Huelva. En un pueblo llamado Calañas, en la comarca del Andévalo, en puertas del parque natural “Sierra de Aracena”,  una página Web recoge expresiones propias de este pueblo y entre las palabras y dichos muy utilizados  aparece “corchete jerbete: rápido”.

También parece ser conocida en Agudo ( Ciudad Real), un pueblo que precisamente era durante el Siglo de Oro, punto de paso desde las tierras de pastoreo castellanas  para Extremadura y formó parte, como Almendralejo, de la Encomienda a la Orden de Calatrava.

No debería llamar la atención de una persona interesada en el estudio de la lengua y la literatura españolas  (que no quiere llamarse a si mismo estudioso a pesar de su largo camino como lector  y “estudiante” de estos asuntos) comprobar la permanencia de expresiones populares que sortean espacios y siglos para permanecer vivas en el habla cuando en muchos casos han desaparecido de los diccionarios. Confieso que en esta ocasión, por la cercanía familiar y la evocación de situaciones infantiles que me produce encontrarme en una comedia de Moreto con esta expresión, me ha animado a rastrear siquiera brevemente su uso en otros autores clásicos y otras localizaciones geográficas en la actualidad. No pretendí nada más que satisfacer mi curiosidad y, quién sabe si dar alguna pista para otros que se animen a realizar un estudio más profundo. Que estas cosas no se hacen corchete jerbete y a uno le falta tiempo para satisfacer tantas curiosidades como se le presentan.

Jerez de la Fra, junio 2010.


[1] En la edición de Catalina Buezo, de este “Teatro breve de los  Siglo de Oro: antología” ed. Castalia didáctica , Madrid, 1992; la editora, en nota al pie, aclara el significado de “troche-moche” haciéndolo semejante a Cochite-hervite, lo que sin duda es un error por cuanto hemos dicho más arriba.

[2] En Obras Completas, Madrid, 1958
[3] Vuelve a establecer Quevedo relación entre estas dos expresiones, aunque Covarrubias se encarga de marcar bien las diferencias diciendo del significado de Trochemoche: “Este término se usa para reñir  uno, cuando sin orden y sin concierto dice o hace alguna cosa desbaratada; y está tomada de la metáfora del que yendo a cortar leña al monte, no atendiendo a las leyes de la corta, desmocha las encinas sin quedar guía y pendón, y lo demás que se manda; y aún no contento con esto, corta la encina por el pie, que aquello llama trochar, id est, tronchar, y el mochar, desmochar, de donde vino el modo de hablar a trochemoche.”

1 comentario:

  1. Con una curiosidad similar a la suya he encontrado su artículo. Recordaba esta expresión también de oírsela a mi madre, pero al contrario que usted yo no recordaba el significado. Muchas gracias por su interesante estudio.

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