miércoles, 23 de mayo de 2018

1530. Carta de Carlos V a Xerez comunicando haber sido coronado Emperador en Bolonia.





( Un joven Carlos V; Museo municipal de Boug en Brese)
Conocido de todos es que el  Archivo Histórico de Jerez conserva numerosos documentos relativos a la historia de nuestra ciudad. Otros documentos, como el que traemos hoy a colación, se refieren a determinados hechos relacionados con la monarquía como celebraciones de nacimientos o funerales, hechos de guerra de especial importancia y otras noticias de especial interés. Estos, muchas veces, son comunicados a la ciudad por cartas remitidas por diversas personalidades o por los propios reyes que hacen saber directamente a la ciudad esta noticias que consideran de interés del reino. Éste es el caso de la carta que Carlos I envía a la ciudad de Jerez comunicando su reciente coronación como Emperador de Romanos por el papa Clemente VII.


Antes Carlos I ya se había dirigido por carta a la ciudad comunicando su llegada a Santander para hacerse cargo del reino, junto a la reina Juana,  a la muerte de su abuelo Fernando el Católico; carta que también se conserva en el archivo junto a otra fechada en Toledo en noviembre de 1525 dando cuenta de su venida a Sevilla para el matrimonio con Isabel de Portugal así como otra carta, de abril de 1526, de la propia Isabel de Portugal dando las gracias al Concejo jerezano por la felicitación que el cabildo municipal le había hecho llegar por sus bodas a través del caballero veinticuatro Juan López de Carrizosa y el jurado Juan Melgarejo quienes fueron los encargados de llevar esta felicitación de la ciudad de Jerez a Sevilla.
Volviendo al documento que nos ocupa: comunica el Emperador a la ciudad de Jerez su inminente coronación por el Papa en la ciudad de Bolonia.
Carlos V ya había sido coronado emperador el 23 de octubre en Aquisgrán en octubre de 1520 en una solemne ceremonia religiosa tras una fastuosa entrada triunfal en la ciudad rodeado de los Grandes de España y los príncipes electores del Imperio, aclamado por el pueblo que contempla asombrado el cortejo prodigioso de príncipes y nobles precediendo al emperador.
Sin embargo, Carlos V deseaba ser coronado en Roma por el propio Papa, al igual que Carlomagno (lo que entre otras cosas le otorgaba el derecho a nombrar a su sucesor para el Imperio). Esta coronación papal había caído en desuso y, como ejemplo, el propio abuelo de Carlos, el emperador Maximiliano I nunca llegó a ser coronado en Roma, pero Carlos, convertido en el soberano más poderoso de la Cristiandad por su fabulosa herencia territorial recibida de sus abuelos españoles y germanos deseaba recuperar para él esta costumbre.

Carlos V acompañado del pontífice Clemete VII entra en Bolonia para su coronación como emperador
( Juan de la Corte. Museo de Santa Cruz. Toledo)


Finalmente, tras arduas conversaciones y negociaciones, logra que, diez años después de su coronación en Aquisgran, el Papa le ciña la corona de emperador, aunque finalmente no se producirá esta coronación en Roma, sino en Bolonia, por las circunstancias que explica el propio rey en la carta dirigida a Jerez.
Finalmente el 23 de febrero de 1530, en una ceremonia suntuosa recibe del Papa la corona del Sacro Imperio Romano Germánico. Ya no volverá un Papa a coronar otro emperador hasta la coronación de Napoleón I.
Para la transcripción del documento respeto la ortografía original aunque para facilitar la lectura sigo las normas actuales de acentuación y separación de palabras. Igualmente, para facilitar la lectura añado algunos signos de puntuación mínimos, inexistentes en el original. En caso de algunas palabras ilegibles o que no consigo transcribir lo señalo con puntos suspensivos.




CARTA DE CARLOS V COMUNICANDO A LA CIUDAD DE JEREZ DE LA FRONTERA SU CORONACIÓN COMO EMPERADOR POR EL PAPA.
(ARCHIVO MUNICIPAL DE JEREZ DE LA FRONTERA, AHR c3, 63).






Dice la carpeta del expediente: “Siglo XVI, fecha 1530, materia, papel. Reinado Carlos I, nació 1500, murió 1538. Asunto: Dando cuenta a Jerez de haber sido coronado como Emperador. Estado, regular. Vª3.
Transcripción del documento:

Añadido a lápiz: “7 de marzo 1530”.
El Rey
Conçejo, Justiçia, veintiquatros, cavalleros, escuderos, ofiçiales y omes buenos de la çibdad de Xerez de la Frontera. Ya avréys sabido la paz que asenté con los veneçianos y el ... del duque de Milán a nuestro serviçio y la liga que se hizo para defensión de Ytalia, que heran las cosas que más convenýan por el buen efetto de la paz, en lo que solamente tuve respetto al bien general;  y también he procurado y trabajado y procuro y trabajo de tomar algunos buenos medios en lo que pueda por asentar de Ytalia para que la dicha paz quede más çierta tengo acordado ... de yr a coronarme a Roma provisto la neçesidad que ay de mi yda en Alemania, así para el socorro del serenísimo rey de Ungría mi hermano que la tiene grande, por aver dejado el turco cantidad de gente con el Bayboda[1] en Ungría, como para procurar algunos remedios a las settas luretanas y otras que cada día son mayores y si no se ataja todo se acabará de perder que no será pequeño daño y aún peligro de toda cristiandad; y la priesa que el dicho señor rey me da y lo que me scriven y suplican muchos pueblos y prínçipes del Imperio, y porque todo esto prinçipalmente es a causa de Dios, y aquí yo tengo obligaçión forçosa, he acordado, de yr en forma de ver el remedio que podré dar; y porque si me oviera de coronar en Roma no pudiese ser syn mucha dilaçión que trajera grandes inconvenientes, determiné de tomar las coronas en esta çibdad de Bolonia, asy por las causas antedichas porque después de averlo yo mandado muy bien mirar paresçió que reçibiéndolas de manos de Su Santidad y en Ytalia todo es de un efetto, tomarlas en Roma o en cualquier  otra parte; y así gracias a Nuestro Señor yo reçibí martes día de... que fueron veintidós de febrero la corona de rey de Lombardía y el jueves siguiente, día de santo Matías, la de emperador con todas las ceremonias y solemnidad que en tales casos se han siempre acostumbrado; y luego me partiré para Alemania donde tengo convocada la dietta y ... con ayuda de Ntro Señor dar en las cosas de allá con tal asiento y horden quelsea... y redunde en bien general de la cristiandad porque con brevedad pueda volver a esos reynos a regirlos y gobernarlos como lo deseo; entretanto yo mando proveer de armada y de lo demás que conviene para la buena guarda y defensa dellos; ruego(o)s y encarg(o)os que el tiempo que durare esta ausençia syrváys a la emperatriz y reyna my muy cara y muy amada mujer y obedezcáis y cumpláys sus mandamientos como los de mi misma gloria y hagáis en lo que se ofreçiere lo que debéys y sos obligados; de vuestra fidelidad lo espero. De Bolonia a siete de março de mil e quinientos e treinta años. Yo el Rey.



[1] DRAE: Del eslavo vaivod 'príncipe'.1. m. Título que se daba a los soberanos de Moldavia, Valaquia y Transilvania.


miércoles, 27 de septiembre de 2017

REVISAR LA HISTORIA: PORTILLO DE LA TRAICIÓN O DE LA LEALTAD (ZAMORA)

Hacía ya varios años que había visitado Zamora por última vez. Seguramente por mis influencias histórico-literarias asociaba yo esta bella ciudad castellana al episodio de su cerco por Sancho II de Castilla en el siglo XI. En el marco de las guerras sucesorias tras la muerte de Fernando I de León, Sancho, su hijo primogénito que se negaba a aceptar la decisión de su padre de dividir el reino entre sus hijos, cerca Zamora, donde su hermana Urraca defendía los derechos de su otro hermano Alfonso VI de León. Durante este cerco, “contaba” la historia, Vellido Dolfos consiguió, con engaños, matar al rey Sancho y escapar para refugiarse en Zamora, donde entró por un portillo que más tarde tomó el nombre de Portillo de la Traición. Como consecuencia de esta muerte Alfonso VI heredó el trono de Castilla que unió al de León. La literatura de la época, en un bellísimo romance, narra la jura que en Santa Gadea de Burgos le exige el Cid Campeador a Alfonso VI de que no tuvo arte ni parte en la muerte de su hermano Sancho. Pero volvamos al portillo.

Este verano, en la oficina de turismo de Zamora pregunté por este Portillo de la Traición y me corrigió amablemente la persona que me atendía: “ Querrá usted decir el Portillo de la Lealtad”.

Efectivamente, cuentan los folletos turísticos que me entregó que en 2010 el pueblo de Zamora decidió cambiar el  nombre al portillo de la muralla por el que Bellido Dolfos se refugió en la ciudad, entendiendo que la historia oficial lo había llamado así pero que desde el punto de vista de la ciudad de Zamora Bellido Dolfos no sólo no fue traidor sino leal defensor de la misma frente a las tropas que la asediaban.
Naturalmente es una manera de ver las cosas. La historia, sobre todo de las batallas,  siempre se cuenta diferente dependiendo desde el lado que se miren los hechos.

No está mal esta “revisión” de la memoria del tal Bellido Dolfos. Por si acaso, los mismos folletos turísticos aportan una nueva visión de la muerte del monarca que la dota de especial menosprecio para el rey asediador de la ciudad.

Nos cuenta que mientras Bellido Dolfos y el monarca recorrían a caballo el exterior de las murallas donde Bellido le iba a mostrar un portillo por donde vencer el cerco y entrar en la ciudad, al monarca le vino un apretón y bajó del caballo para desahogarse entre unas matas,  lo que aprovechó el “traidor” o el “leal” para matarlo y huir después a caballo hacia Zamora (por cierto, y según las versiones, perseguido por el Cid, que también queda burlado)

Reconoce la publicación del ayuntamiento zamorano que no hay constancia histórica del hecho, pero que así fue recogido por la tradición oral.

Transcribo, por su interés,  el romance que se incluye en dicho folleto:

“Otro día de mañana
cabalgan Sancho y Bellido
el buen rey en su caballo
y Bellido en su rocino:
juntos van a ver la cerca,
solos a ver el postigo,
esque el Rey lo ha rodeado
saliérase cabe el río,
do se hubo de apear
por necesidad que ha habido.
Encomendóle un venablo
a ese malo de Bellido:
dorado era y pequeño,
que’el Rey lo traía consigo;
arrojóselo el traidor
malamente lo ha ferido”.

El romance pinta a Bellido montado en un rocín, un caballo de mala traza, como dice el diccionario, frente a la figura del rey, airoso en su caballo. Y lo califica de “malo”. Sin embargo la gallarda figura del monarca en su buen caballo se ve pronto airada y desprestigiada por esta necesidad urgente que le obliga a desahogar sus urgencias en medio del campo, en cuya postura ingrata, aprovechada por el “traidor” o “leal Bellido, encuentra la muerte. Una forma sutil del romancero de desprestigiar su figura sin necesidad de usar adjetivos deshonrosos que hubieran podido ocasionar problemas al anónimo poeta que lo compusiera o al juglar que lo cantara más tarde.

Ni quito ni pongo rey ni otorgo sobrenombres a don Bellido Dolfos. Razones tendrá la ciudad de Zamora para reescribir y dignificar su figura incluso cambiando la nomenclatura de la citada puerta en la muralla. Desde luego, desde el punto de vista de la ciudad sitiada el regicida no sólo no fue traidor, sino valiente y leal servidor de la misma, librándola del cerco a que estaba sometida.

Cuento la historia porque me pareció curiosa. Y la próxima vez que vaya a Zamora ya no preguntaré por el Portillo de la Traición sino por el Portillo de la Lealdad.



jueves, 15 de diciembre de 2016

PERMANENCIA DE LA LÍRICA TRADICIONAL HISPÁNICA EN LA “ZAMBOMBA” DE JEREZ: EL CASO DE “YA ESTÁ EL PÁJARO VERDE” O “DEL TEREBOL”


Juan Salguero Triviño

Se extrañaba un amigo en una reciente visita a la ciudad de Jerez para asistir a las celebraciones de sus “zambombas”, de escuchar cantar villancicos con temas ajenos a la tradición cristiana sobre la Navidad. Y se preguntaba si podían llamarse con este nombre de “villancicos” a estas composiciones poético musicales de asunto profano a veces lírico, otras veces más prosaico, incluso claramente “picante” (como el conocido de “Estaba la Micaela”), por el simple hecho de cantarse en estas fiestas navideñas.

Como buen castellano, sólo reconocía claramente como tales “villancicos”, aquellos cuyos textos se referían a los diferentes momentos litúrgicos de la Navidad: la Anunciación, la Natividad, la adoración de los pastores y los magos, la huida a Egipto, la Sagrada Familia...

Tuve que explicarle que en la tradición de la “zambomba” jerezana así era y que en las reuniones de familiares y amigos que se organizaban en los patios, en torno a una candela, disfrutando de unos sencillos dulces y otras viandas,  animados por los vinos y licores de la tierra, se cantaban, además de las composiciones de tema navideño, otras coplas y romances populares presentes en la tradición popular hispánica, aunque en otras regiones se cantaran  en otros contextos y en otros ciclos festivos. Composiciones religiosas y profanas se intercalaban así durante la celebración de la fiesta donde el baile era también un elemento fundamental, acompañado de instrumentos populares entre los que la zambomba era el elemento fundamental que daba nombre a la fiesta.

No pretendo hacer un estudio detallado de este hecho, suficientemente tratado ya en diversos estudios al respecto, sino, a manera de ejemplo, traer uno de estos conocidos villancicos (cuya estructura estrófica responde a una seguidilla a la que se intercala un estribillo a manera de trabalenguas) y compararlo con otras versiones conocidas y cantadas en otros lugares de la geografía hispana.


Me refiero al conocido en Jerez como “ Del Terebol” y en otros lugares como “Ya está el pájaro verde”.


Ya está el pájaro, mare,
puesto en la esquina.
Del terebol, tereverebol,
cara, caracol, caracol,
puesto en la esquina,
puesto en la esquina,
esperando que pase
la golondrina,
del terebol, tereverebol,
cara, caracol, caracol,
la golondrina,
la golondrina.

Pues si soy golondrina,
tú eres la rueca,
del terebol, tereverebol,
cara, caracol, caracol,
tú eres la rueca,
tú eres la rueca,
porque tó los domingos
te pones hueca,
del terebol, tereverebol,
del cara, caracol, caracol,
te pones hueca,
te pones hueca.

Pues si me pongo hueca
puedo ponerme,
del terebol, tereverebol,
cara, caracol, caracol,
puedo ponerme,
puedo ponerme,
que el galán que me ronda
pesetas tiene,
pesetas tiene.

Pues si tiene pesetas,
que las enseñe,
del terebol, tereverebol,
cara, caracol, caracol,
que las enseñe,
que las enseñe,
que te compre un vestío,
de sea verde,
del terebol, tereverebol,
cara, caracol, caracol,
de sea verde,
de sea verde.

Y después de comprarlo
meterle fuego,
del terebol, tereverebol,
cara, caracol, caracol,
meterle fuego,
meterle fuego,
y verás como arde
el vestío nuevo,
det terebol, tereverebo,
cara, caracol, caracol,
el vestío nuevo,
el vestío nuevo.[1]





Existen numerosas versiones a lo largo y ancho de toda la geografía hispana (incluso hispanoamericana) que coinciden en la estructura fundamental del poema aunque se producen interesantes variaciones que le aportan diferentes matices significativos y musicales.

La versión de Jerez presenta a dos hermanas que discuten sobre sus amores. Una de ella avisa a la madre de la presencia en la esquina del galán que pretende a la hermana, lo que desencadena una pelea dialéctica entre ambas.

Es evidente la connotación simbólica del “pájaro” a la espera de que pase “la golondrina”, de ahí el aviso de una de las hermanas a la madre. Mientras que en la versión jerezana es manifiesta esta identificación de dos hermanas que discuten, en otras no se pone tan de manifiesto.

Así las versiones que comienzan:

Ya está el pájaro verde
puesto en la esquina...

Otras veces se dice “pájaro pinto”, en el folklore segoviano y soriano,  o “pájaro bobo”, en otras versiones del Piornal (Cáceres)  y de Hortigüela (Burgos). En todo caso, se omite la referencia a la madre para acentuar el “retrato” del galán esquinado que espera a la muchgacha a quien pretende requerir de amores. De todas ellas, la que se refiere al “pájaro verde” parece la que aporta un matiz más erótico al galán que espera, por las connotaciones simbólicas de este “verde” pájaro que acecha el paso de la ingenua golondrina.



El galán esperando en la esquina el paso de la moza que corteja es un elemento presente en otras muchas composiciones de la lírica tradicional. Así una canción asturiana:

Quítate de esa esquina
galán, que llueve,
deja pasar el agua
por donde suele.

Y, produciendo una mezcla de ambas composiciones, esta otra que toma el tema del esquinado y retoma la estructura de una pelea dialéctica, reminiscencia del villancico que nos ocupa, aunque en este caso se trata de la pelea entre los dos amantes:

Quítate de la esquina
mal esquinao
deja pasá a mi niña
que va a un recao.
Yo si estoy en la esquina
no estoy por ella
porque tiene una cara
de pedigüeña.
Si yo soy pedigüeña
tú, relamido.
Quítate de esa esquina
no hables conmigo.


Y esta otra de la lírica popular asturiana que vuelve a introducir el tema del agua y el arroyo, de tan conocida simbología erótica también en la poesía tradicional:

Quítate del arroyo
majo que llueve,
deja correr el agua
por donde suele.
Yo si estoy en el arroyo
no estoy por ella
que tiene unos ojos
de pedigueña.[2]

Y a partir de aquí se repite el diálogo conocido: “Que tienes ojos de relamido/ si yo soy relamido tu eres muñeca”... etc., hasta terminar con la referencia a la solvencia económica del galán y el vestido verde que termina en el fuego del hogar.

El agua simboliza en muchas culturas la vida, es símbolo de vida, pero también en los textos populares es símbolo de la actividad amatoria. Las fuentes, lagos y arroyos donde las mozas van a lavar sus camisas o a buscar agua es un tópico literario como lugar de encuentro amoroso. Como lo es también la rotura del cántaro o lavar el pañuelo del amante. El correr del agua se relaciona como tener amores. Y después del agua viene el barro, como se canta también en otro villancico extremeño de requiebros amorosos:

Esta noche ha llovido
mañana hay barro
cuatro pares de mulas
lleva mi carro.
Ábrela, morena tu ventana
ciérrala tú morenito del alma.


Esta combinación de composiciones diversas en las que se incluye la pelea dialéctica fundamental se pone también de manifiesto en esta otra composición tradicional de Murcia:
Una paloma blanca como la nieve
me ha picado en el pecho, morena,
me ha picado en el pecho y a mi me duele,
una paloma blanca como la nieve.

Que introduce la pelea entre el galán y la dama ( “si yo soy relamido, tu eres muñeca/ que todos lo domingos, morena/ que todos los domingos, te pones hueca”) que termina, una vez más con el vestido verde en el fuego.

Y esta otra, de Carbajales de Alba (Zamora),  que mezcla ambas versiones:

Una paloma blanca
como la nieve
me ha picado en el pecho
y así me duele.
Quítate de esa esquina
galán que llueve
deja caer el agua
por donde suele.

De todas las versiones que comentamos, sólo algunas introducen el estribillo a modo de trabalenguas que, por otro lado, presenta también ligeras variantes: “Terebol, terebol, caracol, caracol”; “ten, tenedor, cara, caracol, tenedor”;  “de cara, caracol, de tere, terebol”... Las versiones que se recogen como cancioneros infantiles[3] suelen ser las de estribillo más sencillo, siendo la más complicada de cantar la de la zambomba jerezana: “del terebol, tereverebol/ cara, caracol, caracol”

En todas las versiones que reflejan la pelea entre dos hermanas o amigas se finaliza con la alusión a la compra de un vestido de seda, normalmente verde, aunque en Hortigüela (Burgos) se añade otra estrofa:

Yo no lo quiero verde,
que es muy triste
y lo quiero encarnado
para que pinte.

Y después de pintado
préndele fuego
y miará como arde
el vestido nuevo.


¿Qué significado puede tener el hecho de quemar el vestido que se repite prácticamente en todas las versiones? Sin duda es una referencia poética a la invitación a gozar de la vida, aceptar el regalo del amante y olvidarlo enseguida, al tópico clásico del “carpe diem” o el “collige virgo rosas” de gran presencia tanto en la literatura culta como en la lírica tradicional popular.

Como hemos visto, este villancico de la zambomba jerezana hunde sus raíces en la lírica popular que se manifiesta en otras muchas regiones españolas. Desde esas raíces, como otras tantas composiciones tradicionales, ha pasado también a la literatura culta. Valga, para terminar, el ejemplo de este poema de José Agustín Goytisolo:

Ya está el pájaro bobo
puesto en la esquina
esperando que pase
la golondrina.
la golondrina llega
rasgando el aire
da vueltas de cuchillo
sin fatigarse.
por la esquina en que estabas
pájaro bobo
ella pió cien veces
tú, como sordo.






[1] Versión recogida en Zambombas Jerezanas. 1990. Ayuntamiento de Jerez.
[2]  Eduardo Martínez Torner, Cancionero musical de la lírica popular asturiana. , Ed. Maxtor, Valladolid. 2005.
[3] Joaquín Díaz incluye una versión de este villancico en su disco “Canciones para niños, de 1980,  que empieza también con el verso “Ya está el pájaro verde”.
(Las imágenes están tomadas de la Web. Si estuvieran protegidas por derecho de autor, comunicarlo al autor del blog para retirarlas)

martes, 22 de noviembre de 2016

COMEDIANTES VIAJEROS A INDIAS: UN CONTRATO DE 1743.


Juan Salguero Triviño 


Las primeras noticias que se tienen sobre la creación  de un teatro permanente en España, sustitutos de los primitivos corrales de comedias gestionados por las cofradías y los hospitales, se remontan a la segunda mitad del siglo XVI. Tras la creación en Madrid de un teatro permanente por parte de la cofradía de la Pasión, surgen en toda la Península Ibérica, iniciativas de las diferentes ciudades para construir y disponer de un teatro estable que permitiera a los ciudadanos, y especialmente a las familias nobles o adineradas, disfrutar de la diversión del teatro, a imitación de lo que se hacía en la corte madrileña[1].

Esta costumbre pasó muy pronto a tierras Americanas tras el descubrimiento colombino, siendo México y Perú las posesiones americanas donde este modelo de corrales de comedias se impuso con mayor fuerza y donde se desarrolló una vida teatral más continuada y fecunda[2]. A este fin, diferentes compañías de comediantes de la época hubieron de trasladarse al Nuevo Mundo para llenar son sus actuaciones la vida teatral de estos coliseos surgidos en tierras transatlánticas.


El Archivo General de Indias conserva un legajo que nos permite documentar uno de estos viajes, realizados a mediados del siglo XVIII (cuando ya en España se habían cerrado numerosos coliseos por la oposición de la Iglesia a las representaciones teatrales), por una compañía, formada  para este fin.

Se trata del legajo que tiene la siguiente signatura: CONTRATACIÓN, 5486, N.3, R,15., y cuyo contenido vamos a comentar.

Se inicia con un documento dirigido al Sr. Presidente y Ministros del tribunal de la Casa de Contratación, fechado en 4 de diciembre de 1742 y firmado por Fernando Triviño,  el que se señala, cómo por Real Cédula del mes de marzo pasado se había concedido licencia a don José de Cárdenas, que era el “mayordomo del Hospital Real de los Indios de la ciudad de México” autorizándole a que pudiera embarcarse con seis músicos y comediantes, para representar en el teatro regentado por dicho hospital:

“para que pueda embarcar y conducir a la Nueva España, seis músicos y comediantes, que tenía ajustados para servir en el teatro de la referida ciudad, el que es una de las principales fincas de las rentas de aquel hospital”.

Por la misma Real Cédula se le dispensaba de cumplir determinadas formalidades que se exigían por la Casa de Contratación a las personas que pretendieran embarcarse con destino a las Américas -tales como el certificado de bautismo-, al tratarse algunos de ellos de personas que, habiendo nacido en diferentes lugares de los reinos castellanos, el trámite de este certificado les resultaría largo y costoso de obtener. Por otro lado se dispensaba también a otros de su condición de extranjeros, requisito que en otros casos habría sido imposible de incumplir.

“se les excuse de presentar fe de bautismo por ser extranjeros o no dar tiempo a requerirla de sus respectivos lugares (...) concede les baste se haga constar que son cristianos cathólicos (...) por medio de una información recibida en esa ciudad y de testigos fidedignos, de la misma suerte que en la dicha Cédula se les dispensa de la calidad de extranjeros y de que hagan en sus patrias las informaciones de sus naturalezas y vecindades...”



Siguen a éste, otros diversos documentos recogidos en el expediente, cuyos trámites se alargan hasta abril de 1743, tales como los citados informes de testigos sobre las diferentes personas que pretendían embarcarse para Indias, las fes de bautismos o las declaraciones de ser cristianos católicos, diversos escritos solicitando la inclusión de determinadas personas, etc.


Todo ello nos lleva a conocer que esta petición se extendía para:

“seis sujetos, de habilidad músicos y comediantes, ajustados y costeados de cuenta del expresado Hospital, con la precisa circunstancia de hacer constar en este tribunal el ajuste que hubiesen hecho, y libertad de sus personas, o que en el caso de ser casados lleven a sus mujeres, o presenten su consentimiento dispensándoles la circunstancia de extranjeros en atención a lo que en la misma Real Cédula consta y se expresa y que para los que tuviesen fee de bautismo bastara se haga constar el ser cristiano cathólico por medio de una información que ofrezcan y se les reciba es esta ciudad...”.



La primera petición se refiere a Ignacio Jerusalem, músico y comediante, que debe viajar acompañado de su esposa y dos hijos:

“... que son Ignacio Jerusalem, casado con Antonia Sixto, su legítima mujer que va en su compañía y juntamente dos hijos de los susodichos que son Salvador y Isabel Jerusalem, el primero de seis años, rubio, y la segunda de cinco, morena, de quienes mediante a no tener fe de bautismo y ser extranjeros ofrezco información de ser cristianos católicos casados según  el orden de Nuestra Santa Iglesia”.

Otro de los comediantes a quienes se solicita permiso de viaje es también extranjero:

“... Juan Arestín, francés de nación, de quien se muestra fe de bautismo en justificar de ser cristiano cathólico, el qual es soltero...”

Como hemos dicho, finalmente se conceden los permisos de embarque con fecha 8 de abril de 1743, de manera que  “...puedan salir en cualquier navío con destino al puerto de la Vera Cruz...”

De la consulta de todos los documentos contenidos en el citado legajo, la lista y oficios de los citados comediantes queda así conformada de la siguiente manera:




       
  I    Ignacio Jerusalem, músico y comediante, natural de Lecha (Nápoles).
·         Antonia Sixto, su mujer.
·         Salvador Jerusalem, natural de Cataluña, hijo de ambos.
·         Isabel Jerusalém, natural de Ceuta, también hija de Ignacio Jerusalem y Antonia Sixto.
·         Juan Arestin, músico y comediante, natural de Aix (Provenza).
·         Andrés de Espinosa, músico y comediante, natural de Bastida (¿Alava?).
·         Juan Ordóñez, músico y comediante.
·         Isabel Gamara, su mujer.
·         Josefa Ordóñez, Vicenta Ordóñez, Maribel Ordóñez y Luis Ordóñez, todos hijos de los anteriores Juan Ordóñez e Isabel Gamara.
·         Gregorio Panseco, músico y comediante.
·         José Pissoni, músico y comediante, natural de Milán.
·         Francisco Muñoz, músico y comediante.
·         Francisco Rueda, músico y comediante.
·         Petronila Ordóñez, música y comediante, su mujer.
·         José Rueda, hijo de ambos.

De todos ellos el DICAT[3] sólo ofrece información anterior sobre el comediante Juan Ordóñez y su mujer Isabel Gamarra. El resto de componentes de esta compañía formada para viajar a México no debían ser actores muy conocidos en la época, por cuanto no se les ha podido documentar como tales, a diferencia de los dos ya citados, de quienes tenemos interesantes datos.


Juan Ordóñez fue un actor de comedias que se documenta como representante desde 1703[4] por una escritura fechada en Villanueva de los Infantes, donde figura como integrante de una compañía de comedias, donde hacía los papeles del “quinto galán”. En 1704 estuvo representando en uno de los corrales de comedias de Madrid y en 1707 se le vuelve a documentar en un poder donde figura como miembro de otra compañía de comedias con quienes se compromete a viajar y representar durante un año.
En 1712 seguía haciendo papeles de “quinto galán” en la compañía de Juan Garcés, en Madrid[5].
No se le ha vuelto a documentar hasta ahora que lo encontramos, en compañía de su mujer y cuatro de sus hijos, preparado para viajar a tierras americanas en 1743, lo que nos permite encontrarlo de nuevo, debiendo andar ya cercano a los 60 años, que después de haber estado representando por los diversos teatrs de comedias de la península, se ofrece ahora para pasar a tierras del Nuevo Mundo en busca de nuevas oportunidades para seguir desempeñando su profesor de actor.

Estaba casado con Isabel Gamarra, también comediante, a quien debió conocer al formar  parte de la misma compañía en 1707. Efectivamente, en esa fecha Isabel Gamarra (junto a sus padres Antonio Gamarra, “primer barba”, y Rosa Tello, “quinta dama”),  formaba parte de la compañía de Juan de Chaves, donde hacía los papeles de “quinta dama”. En esta misma compañía se documenta a Juan Ordóñez[6].



En 1712 figuran ya como casados, aunque viven unos años separados, ya que ella pasó un tiempo representando en Portugal y luego, más parece por el asunto que ahora veremos que por vocación religiosa, se hizo monja y tomó los hábitos en Lisboa en 1718.

Informaciones que nos aportan las profesoras Piedad Bolaños y Mercedes de los Reyes[7] nos permiten conocer que esta actriz debió llevar una vida más ajetreada de lo que se deduce de los anteriores datos, ya que, durante su estancia en Portugal, estando casada con Juan Ordóñez, mantuvo relaciones maritales con el Marqués de Gouveia, quien estaba totalmente entregado a los amores de la actriz, aunque ella en realidad amaba secretamente a Valentín da Costa (quien sufrió dos intentos de asesinato a causa de los celos del marques). El caso es que, no sabemos si a consecuencia de estos amores, la actriz toma la repentina y temporal decisión de tomar los hábitos en Lisboa con toda notoriedad, “con grande ostentación, jamás vista, asistiendo toda la grandeza de aquella corte y músicos”.[8]

Sin embargo, al fallecer el Marqués en 1723, Isabel, después de seis años como monja, trató de anular sus votos religiosos; al no conseguirlo, huyó a Madrid donde volvió de nuevo al mundo del teatro con su marido Juan Ordóñez.
A ambos los encontramos, de edad avanzada, con sus hijos (también dedicados al arte de representar, con toda seguridad, aunque no haya menciones a ellos en otros documentos teatrales de la época) buscando nuevas oportunidades en tierras americanas.





[1] Es muy extensa la bibliografía sobre la actividad  teatral  en diferentes ciudades españolas durante el Siglo de Oro, la construcción de sus teatros y coliseos y las compañías de comedias que los visitaron. A este respeto se puede consultar la siguiente obra: José María Díez Borque (Dir.) Teatros en el Siglo de Oro: corrales y coliseos en la Península Ibérica, Cuadernos de Teatro Clásico 6, Compañía Nacional de Teatro Clásico, Madrid, 2007. Para el caso de la ciudad de Jerez de la Frontera, ver: Juan Salguero Triviño, La Casa de las Comedias y la actividad teatral en Jerez de la Frontera durante el siglo XVII.  Editorial Universidad de Sevilla, Sevilla, 2016.
[2] Para el caso americano, ver: Mercedes de los Reyes, concepción Reverte Bernal ( Coord.), América y el teatro español del Siglo de Oro, Universidad de Cádiz, Cádiz, 1998, que recoge los contenidos presentados al II Congreso Iberoamericano de teatro, celebrado en Cádiz
[3] Teresa Ferrer Valls (Dir.), Diccionario biográfico de actores del teatro clásico español (DICAT),  ed. Reichenberger, Kassel, 2008.
[4] Documentado por Mercedes Agulló y Cobo, “100 documentos sobre el teatro madrileño”, en Andrés Perales y otros, El teatro en Madrid, 1583-1925. Del Corral del Príncipe al teatro de arte, Ayuntamiento de Madrid, Madrid, 1983.
[5] Documentado en la anónima Genealogía, origen y noticias delos comediantes de España, edición de Shergold y Vare, Londres, Tamesis Books, 1985.
[6] Ignacio Javier de Miguel Gallo, El teatro en Burgos ( 1550-1572). El patio de comedias, las compañías y actividad escénica. Estudio y documentos. Burgos, Ayuntamiento de Burgos, 1994.
[7] Mercedes de los Reyes, Piedad Bolaños Donoso, “Presencia de comediantes en Lisboa (1700.1755), en  Ysla Campbell (ed.), El escritor y la escena. Actas del I Congreso de la Asociación Internacional del Teatro Español y Novohispano, Ciudad Juárez, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 1993.
[8] Genealogía...

miércoles, 7 de octubre de 2015


EL PENDÓN DE JEREZ

BREVE NOTA HISTÓRICA SOBRE EL PENDÓN DE JEREZ: SU ORIGEN Y AVATARES DESDE LA RECONQUISTA DE LA CIUDAD HASTA NUESTROS DÍAS
Juan Salguero Triviño

Cuando, el 9 de octubre de 1264, Alfonso X, llamado El Sabio, conquista de manera definitiva la ciudad de jerez para la corona de Castilla, entrega un pendón a la ciudad que fue utilizado por sus caballeros como insignia en los diferentes hechos de guerra que la ciudad mantuvo durante estos agitados años en que se constituyó en baluarte principal de la frontera.
El uso de diferentes tipos y banderas por parte de los caballeros combatientes era práctica común tanto en los ejércitos cristianos como musulmanes durante la Edad Media. Innumerables banderas de diferentes tipos, tamaños y colores, sobresalían entre la multitud de combatientes de una y otra parte y servían para identificar a las fuerzas de los diferentes caballeros y nobles que participaban en la batalla. Entre todas ellas, la más importante era el estandarte real. El resto de enseñas, de variado tamaño y forma dependiendo del número de combatientes que llevaba cada caballero (podía llevar enseña o estandarte hasta los caballeros que aportasen a la batalla un mínimo de cinco caballeros más, que en este caso era alargada y partida en dos ramos) se conocían todas con el nombre genérico de “Pendones”. Los musulmanes usaban también estos pendones y otras insignias de mayor tamaño y ricamente bordadas con versículos del Corán o con ricas telas formando dibujos.
Arrebatar al enemigo, en ambos casos, estas enseñas o pendones era clara señal de victoria y como tal era luego exhibidas en los cortejos victoriosos y guardadas y expuestas por los vencedores.
Nada se sabe de la suerte que corrió este pendón ni en qué batalla o escaramuza se perdió[1].  Será precisamente con motivo de la batalla del río Salado, en 1340 cuando aparezcan las primeras noticias históricas del nuevo pendón.

Combatían los caballeros jerezanos junto a su rey Alfonso XI  contra las tropas de los reyes Albuhacen, de Marruecos y Aben Yuzaf, rey de Granada. Iba de teniente de las tropas jerezanas Alonso Fernández Villavicencio y por su teniente, Alfonso Fernández Valdespino, junto a otros dos capitanes de otras tantas nobles familias jerezanas: Diego Fernández de Zurita y Fernández Dávila.
Atacaban los nuestros junto a los de la ciudad de Lorca a las tropas del príncipe de Benamajín, que traían un gran pendón que se distinguía de los demás por sus bordaduras de oro. Animaron los jerezanos a los de Lorca a ir contra el real del príncipe moro y arrebatarles el lujoso pendón. Así lo hicieron llegando al mismo tiempo a derribar al portador del citado estandarte, un caballero jerezano y otro de Lorca, lo que originó la natural disputa sobre qué ciudad debía quedarse con el mismo. Ganada la batalla y planteado el dilema al rey castellano, éste mandó separar el asta de la bandera y echando a suertes, le correspondió a Lorca mantener como trofeo el asta ricamente adornada y a Jerez el lienzo bordado que servía de bandera.

                      Tenía este pendón bordadas en oro trece lunas que, desde lejos, parecían plumas de la cola de un gallo por lo que se le dio el nombre de Rabo de Gallo y de esta manera se le cita por parte de los historiadores (aunque no parece que así se le conociera por los jerezanos hasta mucho más tarde)
Desde ese momento la ciudad empieza a usar este pendón encabezando las tropas jerezanas en las diferentes campañas de conquista del Estrecho durante todo el siglo XIV ; no sabemos si compartiendo con el primitivo de Alfonso X la representación de la ciudad de Jerez o si desde ese momento lo sustituye[2].



Amador de los Ríos en, Trofeos militares de la Reconquista. Estudio acerca de las enseñas musulmanas del Real monasterio de las Huelgas[3], habla de un gran número de insignias militares conquistadas en la batalla del Salado y cómo se exhibieron en la entrada triunfal de Alfonso XI en Sevilla tras dicha victoria. También Wenceslao Segura[4] afirma, citando otras fuentes, que en la procesión de acción de gracias con motivo de esta entrada del rey castellano en la ciudad hispalense, mandó el rey que “le precediesen sus caballeros arrastrando banderas vencidas” o que “aquellos pendones destos rreyes moros e de los otros moros de grandes solares e de grandes poderes que ay vinieron, metieronlos en la cibdad baxos los cuellos que trayan cativos”.
Estos pendones capturados a los musulmanes granadinos, llegarían más tarde a las diferentes ciudades conservándose algunos en Sevilla, Toledo, Lisboa y Aviñón[5]. Del mismo modo, otras insignias y trofeos serían llevados por los combatientes a diferentes ciudades, entre ellas, el pendón del príncipe de Benamajín ganado por los jerezanos junto a los de Lorca, que llevaron a su ciudad el asta de dicha bandera y de cuya suerte hablaremos también más abajo.
Tres de estas enseñas se mantuvieron conservadas en la catedral de Toledo donde, precisamente Amador de los Ríos las estudió concluyendo que habían sido tomadas en la batalla del Salado. Una de ellas, de gran tamaño, de color amarillento, lleva precisamente en su parte central dieciséis círculos que imitan medias lunas. Otra, de menor tamaño tiene también nueve medias lunas. Este dibujo se repetía precisamente en la enseña ganada por los caballeros jerezanos, cuyas trece lunas le valieron precisamente el nombre de Rabo de Gallo.


Sin embargo, parece que la ciudad siguió manteniendo como insignia principal el antiguo pendón que le había entregado el Rey Sabio, aunque ya muy deteriorado. Así, en 1405 pide la Ciudad a su rey Enrique III nuevo pendón “por estar muy viejo el primitivo dado por Alfonso X”. A esta petición respondió el rey que “Xerez tiene pendón bueno con que servirle”, refiriéndose, dice Bartolomé Gutiérrez, al ganado en la batalla del Salado[6].
Es así que a principios del siglo XV convivían en la ciudad el pendón de Alfonso X y el Rabo de Gallo, que definitivamente, a raíz de esta declaración real, se convierte en el “titular” de Jerez. Respecto al antiguo dice el mismo autor una frase que, a nuestro juicio, toma hoy especial notoriedad: “hubieron de consumir el antiguo viejo en algún Depósito, del que no tenemos noticia”.
Desde ese momento se usa pues en solitario el Rabo de Gallo hasta 1468, aunque estaba ya muy deteriorado. Por esto, en 1470 la ciudad manda por un pendón nuevo a Venecia :
Como estaba el Pendón de Xerez tan roto y maltrecho de los continuos servicios que con él se hacían… envía la ciudad a Ramón de Estopiñán que trajera uno hecho en Venecia, donde estaba enviado por el Rey”[7].
Este nuevo pendón se usó ya en 1478, con motivo de la entrada de los Reyes Católicos en la Ciudad y en las posteriores campañas de Utrera y de Ronda, aunque no llegó a la toma de Granada porque se perdió en la campaña de la Axarquía,  hacia 1482[8]. En vista de esta pérdida, “viéndose sin pendón”, decide remendarlo, “echándole tela” y bordándolo poniendo  las Armas Reales en medio y las de la ciudad en los extremos. A este se le llamó Pendón Real  se depositó en la iglesia de San Salvador, de donde lo requería la ciudad cuando debía usarlo.
Este nuevo Pendón sobre la base del Rabo de Gallo, con las armas reales y de la ciudad bordadas,  se utilizó ya en la toma de Ronda, en 1485, y en las campañas posteriores, aunque mantiene la ciudad su intención de hacerse pendón nuevo que pudiera sustituirle por deteriorado y por su excesivo tamaño que lo hacía engorroso en las batallas.
A este respecto dice Bartolomé Gutiérrez: “ En este tiempo en que se hallaron sin el nuevo pendón para aviarse en las urgencias remendaron el grande antiguo, año 1484, cubriéndolo de un brocado de seda de aquel tiempo y haciéndole bordar con las armas Reales en medio, y  en las cuatro esquinas las de la ciudad y sus guarniciones correspondientes y le llamaron el pendón dorado, y desde entonces con haber perdido el bordado y tela antigua, a la que llamaban Rabo de Gallo, aún no se le ha perdido este nombre entre el común que todavía le conserva y siempre que sale anualmente y lo trae la Ciudad a la fiesta de su Santo patrono, el Sr. San Dionisio, todos lo nombran al dicho Pendón rabo de Gallo”

Así, en 1489 se manda hacer pendón nuevo, de menor tamaño y que se llamó Pendón Chico o Pendón de Seña. En acta capitular de 1º de junio de 1489, se recoge el costo de su elaboración que ascendió a 2.896 maravedíes y por la que sabemos que ya se estaba usando en las campañas de los jerezanos. Este Pendón Chico o de Seña se depositó en la iglesia de Santiago y a esta iglesia se solicitaba su entrega cada vez que debía salir en campaña, constituyendo este hecho un solemne acto donde se le rinde “Pleito Omenage”(sic) y se produce el juramento del caballero encargado de portarlo de devolverlo a la ciudad sin daño  aún a riesgo de su vida.
En 1490, conviviendo en la ciudad los dos pendones, uno custodiado en la iglesia de San Salvador y el otro en la de Santiago,  toma la ciudad el acuerdo de que se saque el Pendón Chico para los servicios de gente de guerra, en las continuas salidas que ocurriesen, reservando el grande para cuando saliese la Ciudad Plena, con toda su caballería. Al año siguiente, consta en las actas capitulares la aprobación real sobre el uso de este Pendón Chico, aunque con motivo de la toma de Granada en 1492, piden los reyes a Jerez lleve el Pendón Real para lo que se saca de la iglesia del Salvador. A su vuelta se decide no volver a sacarlo más para hechos de guerra.
Esta es la descripción que encontramos en  Bartolomé Gutiérrez  de la entrega del pendón para ir a Granada :
 Llegó el día 11 de mayo y juntos los Caballeros y Gente de Guerra dijeron que pues era necesario se había de llevar el Pendón Real, que hiciese el corregidor pleito homenaje según la costumbre y el tal corregidor lo hizo en manos de Juan de Santiago, veinticuatro, jurando acompañarlo hasta volverlo a entregar  en esta Ciudad; y todos a caballo veinticuatros, Jurados y Alférez mayor fueron a la Iglesia de San Salvador, donde estaba el pendón Real y desmontados en las gradas de las Puertas de su Iglesia, entraron hasta el altar mayor donde estaba el Prior … y los otros canónigos de la dicha iglesia…y los clérigos… y sacaron el dicho pendón Real y lo bendijeron según la costumbre y lo dieron y entregaron en manos de Pedro Suárez, alférez mayor, habiendo hecho este pleito homenage en manos de Pedro Camacho de Villavicencio, veinticuatro, dentro de la misma Iglesia, una , dos e tres veces, una dos e tres veces, una dos e tres veces, al fuero y uso de España, y juró como caballero Fidalgo de llevar  e tornar ( mediante Dios) a esta ciudad el dicho Pendón Real; y vueltos a caballo, llevando delante las trompetas y atabales de esta ciudad, fueron por cal de Francos a la iglesia de San Santiago, donde fue hecha plegaria y procesión por sus clérigos … y esto acabado tornaron a montar y, sacando el Pendón Real, lo conduxeron otra vez por la Puerta de Santiago, Cal de Francos y Puerta del real, por donde salieron para tomar el camino de Sevilla”
Esta fue la última salida para la guerra del Pendón Real reservándose el Pendón Chico o de Seña, para estos menesteres. Precisamente en uno de estos actos de guerra se perdió, afirmando Bartolomé Gutiérrez que posiblemente en la invasión de Cádiz (1596), pero no lo confirma.
El hecho es que se le pierde la pista y solo vuelve a quedar en la Ciudad el antiguo Pendón Real, depositado en  San Salvador. Así pues, aunque en diferentes periodos compartió el honor de representar a la ciudad con otros dos pendones:  el primitivo de Alfonso X ( “perdido en algún Depósito municipal”) y el realizado en Venecia ( perdido en un hecho de guerra sobre 1596) será este pendón de origen musulmán ganado en la batalla del Salado en 1340, remendado con tela nueva y bordadas las armas reales y de la ciudad, el que llegará hasta el siglo XX guardado y custodiado en la iglesia del Salvador.
(Aunque personalmente no he encontrado noticias documentales de que este pendón, hoy extraviado, sea el citado Rabo de Gallo con las telas bordadas con los escudos reales y de la ciudad que más tarde se le  superpusieron, tampoco hay noticias en otro sentido, con lo que parece adecuado afirmar que desde el siglo XV hasta el XX permaneció custodiado en la iglesia catedral de San Salvador)


Desde esta iglesia a lo largo de los siglos posteriores parece que se mantiene la costumbre de ser entregado a  la ciudad para su salida en los actos solemnes, como la procesión cívica del Día de San Dionisio.
Esta costumbre se interrumpió en determinado momento hasta que, a inicios del año 1991, se celebra una reunión entre el entonces Concejal de Cultura, D. Antonio Reyes, el Presidente de la Academia San Dionisio, D. Francisco Fernández García Figueras, y D. José Luis Repetto Betes, Deán de la Iglesia del Salvador, en la que, los citados señores, solicitan al representante municipal que se revitalice la fiesta de San Dionisio y se vuelva a retomar la costumbre de realizar el traslado en procesión cívica de dicho pendón hasta la iglesia de San Dionisio. Al mismo tiempo se solicita que este día sea considerado Día de Jerez.
Puesto que el Pendón Real estaba en muy mal estado para ser sacado en procesión pública se decide encargar una nueva copia del mismo para ser sacado en la procesión. El encargo se le hace al taller de Carrasquilla, en Sevilla, siendo el importe aproximado del mismo sobre dos millones de pesetas. El nuevo pendón debía ser similar en tamaño y en forma al Pendón Real.
En octubre de 1991 se inicia el nuevo ciclo de la fiesta de San Dionisio y se retoma la procesión desde la iglesia Catedral a San Dionisio. Cuando se termina este acto, el Deán de la Catedral procede a la entrega solemne del antiguo Pendón Real al Ayuntamiento, argumentando en el acto de entrega que, pues Jerez tenía ya un Ayuntamiento democrático que representaba al pueblo, debía ser este Ayuntamiento el depositario del citado Pendón real y no la Catedral. En este acto de entrega se presenta a la vez el nuevo Pendón elaborado en Sevilla que es el que se comienza a usar en la procesión cívica desde este año, quedando igualmente custodiado en Alcaldía.
Tampoco he podido tener acceso a la documentación que avale esta entrega (ni sé siquiera si se produjo la firma de algún documento en este sentido, que de haberse producido debería estar en los archivos de alcaldía))
Para que pudiera sacarse en el Día de San Dionisio se mandó hacer un mástil nuevo en el que se coloca para procesionar, llevado por un policía local vestido de gala. El concejal o concejala más joven, a quien corresponde el honor de portarlo en nombre del Ayuntamiento, lo custodia desfilando a la derecha del dicho pendón.
            Cuando el Ayuntamiento se traslada a finales de abril de 1992 desde el edificio de Madre de Dios al rehabilitado de  la Calle Consistorio, se decide colocar el Pendón Nuevo en el Salón de Pleno Extraordinario del Cabildo Viejo, donde actualmente está expuesto de manera permanente. Sin embargo, no hay noticias del traslado del Pendón Real, que se guardaba y custodiaba por el Ayuntamiento desde su entrega por el Dean de la catedral el año anterior. Parece que  el cabildo catedralicio fue capar de mantener su custodia durante cinco siglos y el Ayuntamiento jerezano no ha podido asegurar la misma desde 1991 a 1992, puesto que tras el traslado a las nuevas dependencias de Consistorio, ningún documento o testimonio parece asegurar que dicho traslado se realizó en las condiciones que esta reliquia histórica de la ciudad merecía.
Desgraciadamente, como parece sucedió con el primer pendón de la ciudad entregado  por Alfonso X, parece que se repite la historia y el Rabo de Gallo o Pendón Real, que fue estandarte y seña de las tropas jerezanas en multitud de batallas durante los siglos XIV y XV, tremolado sobre las murallas del alcázar en todas las ocasiones de alegría y fiesta de la ciudad para celebrar las victorias, las visitas reales o los nombramientos de sus regidores más notables, que paseó por la ciudad en los actos cívicos y militares portado por sus caballeros principales como seña de identidad de los jerezanos y jerezanas  a lo largo de más de cuatrocientos años,  parece que, por descuido de quien debió custodiarlo como una reliquia histórica del pueblo de Jerez lo ha “perdido en algún Depósito municipal”  de donde espero se  pueda recuperar y volver a exponer públicamente con los honores que dicho estandarte merece.





[1] A principios del siglo XV las Actas Capitulares hacen mención al mismo diciendo que estaba muy viejo y deteriorado por lo que se solicitaba al rey Enrique III le concediera nuevo pendón.
[2] Bartolomé GUTIERREZ  afirma  al respecto: “Desde este tiempo dicen todos nuestros historiadores empezó la Ciudad de Xerez á usar este ganado Pendón dejando el otro que tenía desde su conquista y se lo había dado el Rey Sabio. ¿Dónde o cómo se consumió este primitivo?. No tenemos razón”;  Historia y Anales de la muy noble  y muy leal ciudad de Xerez de la Frontera,  Xerez, 1866, Ed. Facsimil , BUC, Ayuntamiento de Jerez, 1989,tomo I,  p. 205
[3] AMADOR DE LOS RÍOS, Rodrigo, Trofeos militares de la Reconquista : estudio acerca de las enseñas musulmanas del real Monasterio de las Huelgas..., Madrid, 1893.Edición digital:  http://bibliotecadigital.jcyl.es/i18n/consulta/registro.cmd?id=14965. En este trabajo, el insigne historiador, de familia de origen cordobesa aunque nacido en Madrid en 1849 y que ocuparía más tarde el cargo de Director del Museo Arqueológico Nacional, se ocupa de las diferentes enseñas musulmanas conquistadas durante la reconquista y conservadas en diferentes ciudades; entre ellas, dedica un capítulo al “Pendón de Jerez llamado rabo de Gallo”.
[4] SEGURA FERNANDEZ, Wenceslao, Los pendones de la batalla del Salado, Historia Medieval, Aljaranda 66 ( 2007), 9-16.
[5] Muchas de estas insignias islámicas ganadas en la batalla del Salado  fueron enviadas a Aviñón,  al Papa Benedicto XII quien había apoyado esta campaña contra los musulmanes declarándola cruzada y logrando así la participación de los diferentes reinos peninsulares en la misma
[6] Bartolomé Gurierrez, Historia,,,, op. cit,. Pág. 253
[7] Ibidem, Libro III, pág. 91.
[8]  “...el que llevaban entonces a campaña era el ganado a los moros, y sea cierto el que entonces le nombraron  Rabo de Gallo o antes de ahora, se verifica que desde la pérdida del nuevo en las Axarquías, estaban usando éste otra vez, aunque maltratado”, Bartolomé Gutierrez, Historia..., op. cit, libro III  pág, 178